11.9.09

Jazz

(Día 245)
La Paz.- Con el Thelonious lleno, cinco alemanes suben a un escenario improvisado con tablas de madera cubiertas por una tela magenta. Arrinconados en una mesa escondida tras un pequeño muro de ladrillos, pedimos las primeras cervezas de la noche.
Los chicos (y la chica del trombón) son jóvenes, realmente jóvenes. Creo que el más chiquito es el batería: un prodigio con las baquetas en la mano, pero que su cara de niño nos hace recordar al pequeño protagonista de Love Actually quien, por cierto, también era (o quería ser) batería.
Empiezan a tocar y, de repente, paran. El saxofonista no puede esconder su acento germano cuando advierte que sólo era una prueba de sonido, y que se puede seguir hablando sin problemas mientras acaban de detallar los últimos arreglos. Pero es imposible: baja el volumen del bar esperando que, de una vez, empiecen a tocar.
Mezclan funk y jazz, aunque algunos temas suenan un poco pop. Y son realmente buenos.

Si el mundo fuera azul, los sapos verdes tocarían jazz.

If you really wanna boggie - The forty nighters

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