29.1.09

Wifi

(Día 21)
La Paz
.- Comunicarse no es fácil. Pese a estar en la era de la comunicación y la tecnología, uno no siempre puede comunicar cuando ni como quiere.


Por eso, aunque parezca que mi experiencia se detiene, día tras día, en una fecha en concreto, sigo escribiendo. Y, cuando puedo, todo lo vivido lo proyecto en el espacio virtual para que llegue a través de cables coaxiales sea dónde sea. Con eso, decir que siempre se tiene que mirar cuántas actualizaciones ha habido. Para el que no se quiera perder detalle de nada.

Miguela y Miguel - Dr. Sapo

27.1.09

Manifa

(Día 19)
La Paz
.- La pausa y la parsimonia que dominan la vida boliviana se traduce en todos los ámbitos. Excepto en casos puntuales, donde el instinto animal se despierta y olvida todo lo que socialmente se ha aprendido, el boliviano es un tipo pasivo, imposible de hacer exaltar.
La primera manifestación seria a la que voy y me sorprendo de la tranquilidad que despierta. Si bien los organizadores lo venden como una marcha, cuando más de mil tipos se unen tras una pancarta y gritan en contra del gobierno y de las autoridades, es una manifestación en toda regla. Y más cuando, en medio de todo ello, hay huelgas de hambre, mujeres llorando por sus ahorros, chicas desmayadas por insolación, chiquillos lanzando petardos.
Pero no es nada de lo que se pueda imaginar nadie. El concepto de manifestación recurre más al concepto de extensión que al de concentración. Una organización perfecta se huele en el ambiente, entre gritos y restos de pólvora. Primero, los cabecillas, los más gritones: siempre hombres, portadores de la bandera boliviana y de la pancarta reivindicativa; separadas, a diez pasos justos, cuatro filas de mujeres, a una distancia de cuatro o cinco pasos entre ellas, ocupando más espacio del necesario o del que sería común en cualquier manifestación; ya, más atrás, el resto, un poco más desorganizado, pero conservando, en cierta medida, la cuatro filas marcadas por las mujeres, si bien la distancia entre ellos no llega a ser tan milimétrica como la de las féminas.
Esta ordenación resume lo siguiente: lo más importante es que se note que el tema no es baladí, que tiene una organización clara, y, por consiguiente, unas reivindicaciones justas, meditadas y pensadas; además, no hay necesidad de pegarse unos a otros, seis por cada metro cuadrado, para demostrar la unidad frente a un problema, lo importante es tener clara la reivindicación. Y cuanto más espacio se ocupe, más sensación de cantidad de gente, de marcha interminable, para desespero de automovilistas y peatones.

La vida del boliviano. Parsimonia, pausa, tranquilidad. Todo llegará. Si llega.

(¿Qué queremos? Solución. ¿Cuando la queremos? Ahora. ¿Cuándo es cuándo? Ahora es cuando. ¿Cuándo es cuándo, carajo? Ahora es cuando, carajo)

Slow country - Gorillaz

26.1.09

Evo

(Día 18)
La Paz.- Las primeras impresiones que saco, tras 18 días en el país, es que el Evo es un personaje propio, sin igual. Tras tres años de gobierno, después de ser sindicalista cocalero y entrar en política casi de rebote, ha conseguido, no sólo mantenerse en el poder de forma casi perfecta, sino establecer unos índices de popularidad que, lejos de descender como le pasaría a todo dirigente, han aumentado o mantenido. El Evo, más que el presidente, es el alcalde de Bolivia, tal y como dice Abraham. Y sabe como mantenerse en el poder, después de que el pueblo boliviano haya sufrido, antes que él, presidentes educados en universidades gringas, mafiosos y corruptos que, lejos de usar los múltiples recursos del país para hacer crecer la economía, los han utilizado para hacer crecer su propia economía. Y el Evo es otra cosa.
El Evo es uno más. A riesgo de quedar lejos de los términos y problemas políticos de primera línea, opta por la pedagogía para explicar al pueblo como funciona el país. ¿Qué es el superávit? Imagínese, señor campesino, que usted gana 800 bolivianos, pero, por a o por b, sólo gasta 600 pesos. ¿Qué hacemos con los 200 que sobran? Eso es el superávit. Y, el gobierno de Bolivia, ha conseguido eso: que le sobren pesos bolivianos para poder gastarlos en construir una escuela, un polideportivo. Lo que sea que necesite el pueblo más remoto del país. Y así con todas las palabrejas político-económicas que, ni el propio Evo, al llegar al poder, entendería como entiende hoy. Y que, con pedagogía, ha sabido transmitir a todo el pueblo boliviano.
¿Quién puede decir que no a el Evo? Sólo las clases altas ven en él un peligro para su estrato, dónde los que hasta ahora eran unos analfabetos, unos pobres dejados de la mano de dios, una mano de obra barata, unos despreciados por la high society, unos aborígenes que se quedaron en la etapa precolombina, aparecen en primera línea, son los realmente importantes, los interlocutores directos del poder. El centro mundial.
Hace tres años que, con el Evo, los indígenas han dejado de ser eso, indígenas, para convertirse en bolivianos. Pero ahora hay otro riesgo: tampoco hay que dejar a los que hasta ahora eran los únicos protagonistas en la estacada, abandonados y sin ningún tipo de incentivo. Y ahora que los nuevos bolivianos tienen la fuerza, la calle, el poder, los bolivianos de bien sufren.
Normal. O cambian mucho las cosas, o el cambio está dando sus frutos. Y, en ese cambio, el Evo ya ha dejado de ser el sindicalista cocalero para convertirse en la nueva deidad de Bolivia. El Evo, el salvador, el del cambio, el presidente, el del pueblo. El Evo primero.

Bongo bongManu Chao

25.1.09

CPE

(Día 17)
El Alto/La Paz
.- Claudia Janette (7) es una niña de El Alto, ciudad considerada una de las zonas más pobres de Bolivia. Junto a su hermano Darwin (8) van a su escuela, con su padre y abuelita, a hacer uso del derecho democrático del voto. Hoy, por una nueva Constitución. Pero Claudia, mejor que cualquier otro boliviano, sabe lo que se va a votar: Evo sí, Evo no. Y, toditos en El Alto, van a votar por Evo. La Constitución no sabe ni qué es, ni que existe, ni nada.

La nueva Constitución Política del Estado (CPE) boliviano es una excusa. Todo el mundo sabe que, lejos de aprobar un texto, o lo que sea, es una encuesta del estado del gobierno de Morales. Tras el revocatorio de agosto, es una piedra de toque importante para conocer si, como dicen unos, el gobierno se debilita o, si por el contrario, las últimas actuaciones del presidente, que se desarrollan a un ritmo vertiginoso y sin pausa, movilizan a aquellos que creen en el cambio que proclaman.
¿Cuántos habrán leído, realmente, la CPE, y votar en consecuencia? Recuerdo la votación del Estatut de Catalunya, una de las primeras veces en las que podía ejercer mi voto, y que ni leí el preámbulo, ni llegué al primer artículo, ni al 'Catalunya és una nació', ni a la famosa Disposició Adicional Tercera, que tantos dolores de cabeza está causando a periodistas políticas y tanto está cansando a los televidentes y lectores de prensa, viendo como la financiación ocupa tres de cada dos minutos o páginas de la prensa.
Y recuerdo que voté por propaganda, por campanya. Por seguir las directrices de aquellos que, espero, supieran de que hablaran. ¿Cómo no va a pasar lo mismo aquí? La campaña de Evo, en los planes abortistas y en favor de la homosexualidad del nuevo texto.
Tiene que ser una chiquilla de siete años quién lo tiene más claro de todos. O Evo u otro. Y no hay más.
Ya veremos, pero toditos en El Alto están con Evo, porque es el papito, el hermano, el presidente que nos sacó de la pobreza y con el que podemos ir al colegio.

Depende Jarabe de palo

24.1.09

Cinemateca

(Día 16)
La Paz
.- No recuerdo haber ido nunca solo al cine, De hecho, creo que ayer fue la primera vez. Es lo que tiene estar en un país desconocido, sin nadie realmente cercano con quien compartir momentos como ir al cine a ver un documental suizo, en versión original (todas las películas, en Bolivia, se proyectan en versión original), y sobre un fotógrafo de guerra (War photographer), dentro de un ciclo de lo mejor de 2008, aunque el documental sea de 2002.
Pago en la boletería el precio acordado. 10 bolivianos para un buen filme. Reflexivo. Potente. Diferente. Necesario. Impactante. No podría decir en qué orden.

La Paz es una ciudad sin demasiados recursos culturales. Sin teatros de calidad, sin buenos museos. Sólo algun local de jazz, para los que se consideran más europeos y cosmopolitas. Pequeño, de aforo muy limitado, y de tiempo más limitado todavía. Es, así de simple, una ciudad aburrida. Llena de bares, boliches, discotecas, cafeterías, puestos ambulantes. Pero aburrida.

MulticinemesAntònia Font

23.1.09

Cocina

(Día 15)
La Paz
.- 18.11: Entrada triunfal en la cocina (aplausos). Primer paso: agarrar el paquete de macarrones, la salsa de tomate, la lata de atún. Un litro de agua, olla. 18.12: Agua a la olla. Encendido de fuego. Poco de sal. Esperar ebullición. 18.12.30: Medio saco de sal al agua. Repetir desde el punto anterior. 18.16: Con salero va mucho mejor. Probar con agua caliente, para ir más rápido. 18.19: Sacar Coca-Cola de la nevera, para hacer espera más placentera. 18.20: Servirse vaso de Coca-Cola, para hacer la espera más placentera. 18.22: Después de no poder abrirlo de manera manual, tijeras y paquete de macarrones abierto. Medio paquete por el suelo, por mal cálculo de la trayectoria. Poner en la olla los macarrones deseados. 18.25: Tras descubrir la escoba, recoger los macarrones caídos por ley de gravedad, cuál manzana de Newton. El resto, cociéndose. 18.27: Primera comprobación: duros. 18.28: Ais, la salsa! Paella, tomate, calentar, correr. 18.30: Mejor cambiarlo todo de posición, por si salta. Fuera camiseta, que no se manche. Nuevo vaso de Coca-Cola. 18.31: Segunda comprobación: duros. Entra en acción el atún. Lata grande, ande o no ande. 18.32: Búsqueda de plato para servir. 18.33: Experimentar con orégano. Tercera comprobación: pse, pasable. 18.35: Abocar salsa en los macarrones, previamente en el plato. Limpiar un poco la cocina, que no se note que se ha estado allí. 18.41: Después de comprobar que el tomate es difícil de sacar de platos, paellas y ollas, pero con todo limpio, agarrar una silla, acomodarse, respirar profundamente y comer. En caso de ser necesario, soplar para enfriar el macarrón antes de ingerir. 18.52: Recoger, limpiar, secar. 18.53: Celebrar la primera entrada (real) en la cocina al gusto.


Nota: información nutricional desconocida. Sabor final no descrito a consciencia.


Vitamina SolAntònia Font

22.1.09

Jallalla

(Día 14)
La Paz.- La plaza Murillo es el centro de la ciudad, y, seguramente, del país. Sede del Palacio de Gobierno, del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cultos: es el centro de poder, eso seguro.
El Evo se pasea por la plaza como rey y señor de todos los reinos. Anuncian que está a punto de llegar y la masa le aclama. Llega, y la masa, enloquecida, le aclama. Saluda, tímidamente, y la masa, descontrolada, le aclama. Se sienta, y la masa, banderas en mano y a grito pelado, le aclama.
Cuando se juega en casa, ya se sabe. Todo es más fácil. ¿Cuántos miles de personas? Da igual, la victoria es segura. “El 100% para aplastar a los vendepatrias”. Claro, jugar en casa también tiene eso: la euforia se desata. Y más gritos, más banderas, más whipalas, aclamación máxima. Y vivas. Visca. Podemos. Som-hi. Jallalla.

El folclore boliviano es tan variado como las 36 etnias reconocidas en la nueva Constitución Política del Estado (CPE) boliviana. Pasan por el escenario paceños, benianos, tarijeños. Afrobolivianos, aimaras, quechuas. Cada uno con su traje tradicional; cada uno con sus sonidos característicos; cada uno con sus instrumentos ancestrales, algunos más modernizados que otros. A cada sonido, a cada nota, a cada paso, la masa tiene más claro que lo único que hay que gritar, esta noche, son tres letras: Evo.

Y, con el fin de la música, la espera. Auto de buen gobierno: nada de alcohol, nada de armas. Nada de concentraciones y, el domingo, nada de movilidades por la calle, a no ser que sean autorizadas por la autoridad competente. Domingo. Horizonte a conquistar: el cambio. Y, así, poder gritar, de nuevo, las tres letras mágicas que, en los últimos tres años, han lanzado al país a primera escena mundial, como ejemplo de cambio. Evo.

Sí. Jallalla.

A hard mortadelo's a-gonna filemon fall Pascal Comelade

19.1.09

Fideos

(Día 11)
La Paz
.- Fideos chinos con sabor a carne
Marca: Maruchan
Producto: Ramen Noodle Soup. Roast Beef Flavor.
Rich flavor, cooks in 3 minutes. Net wt. 3 oz (85g). 0 grams trans fat.
Ingredientes de la base de la sopa: Salt, sugar, monosodium glutamate, dehydrated soy sauce (wheat, soybeans, salt), hidrolyzed corn, wheat and soy protein, dehydrated vegetables (onion, garlic, chive), caramel color, maltodextrin, natural and artificial flavors, spices, partially hydrogenated soybean oil, corn cyrup solids, sodium caseinate (milk derivate), beef fat, citric acid, disodium inosinate, disodium guanylate.
Ingredientes de los fideos Ramen: Enriched wheat flour (wheat flour, niacin, reduced iron, thiamine mononitrate, riboflavin, folic acid), vegetable oil (contains one or more the following: canola, cottonseed, palm), preserved by tbhq, salt, soy sauce (water, wheat, soybeans, salt), potassium carbonate, sodium (mono, hexameta, and/or tripoly) phosphate, sodium carbonate, turmeric.
Contains wheat, soy and milk ingredients. Manufactured in a facility that also processed shellfish and fish products.
Instrucciones: 1. Boil two cups of water in a saucepan, add noodles and cook three minutes, tirring occasionally. 2. Turn off the heat, add contents of seasoning package, stir. 3. Serve immediately for best results.
Made in U.S.A.; Maruchan, INC. Irvine, CA 92618.
Importado por: Ketal S.A. NIT: 1020541029. R.S. SEMASAG nª04503190014. Av. Ballivián, Esq. c/15, Calacoto (La Paz, Bolivia).

Nota: El tema calorías y información nutricional de mi primera entrada en la cocina me los ahorro.

Sopa fría - M Clan

18.1.09

Fútbol

(Día 10)
La Paz
.- Amenaza chubasco en el estadio, y saltan los jugadores a la cancha y empieza el granizo. Locura por conseguir un pocho; las gradas se convierten en una amalgama de trozos de plástico malo, bufandas y gorritos celestes y atigrados.

Domingo, 15.30 hora local. Primer partido de la temporada, torneo veraniego. Todavía se me hace extraño pensar en enero y asociarlo al verano, y más con el frío y la lluvia. Los contendientes, los clásicos paceños: Bolívar y The Strongest, que, pese a ese nombre, y como diría cualquier manual de la paradoja, acaba perdiendo. 2 a 1. Justo. Demasiado gol, quizá.
En el fondo norte, el celeste de Bolívar; en el sur, el atigrado del rival. Estadio lleno, con más de 40.000 personas que compraron sus entradas, ya sea en taquilla o en la reventa, a un precio 100% superior al de la boletería.
El ambiente, pese a ser un estadio sudamericano, es más frío de lo que esperaba. Sólo los aficionados radicales, a lado y lado de la cancha, se apuntan con bombos y trompetas a animar a los suyos. El resto sólo espera el error del árbitro. Por cierto, bastante mediocre.
Fútbol más bien poco. Hasta que sale Charles Da Silva, un brasileño de tercera. Un par de bicicletas: aplauso mayoritario. Tiro tras libre directo, rozando el poste izquierdo: ya es el ídolo de la temporada. Regate y dejar sentado al rival: risas entre la multitud. El mejor: el defensor argentino de Bolívar.
Con el pitido final, todo el mundo a sus casas. La homilía terminó. El fútbol es así.

Cógelo - Muchachito Bombo Infierno

17.1.09

Héroes

(Día 9)
La Paz
.- La Plaza de los Héroes de La Paz es un lugar de encuentro. Como en la antigua Grecia, oradores se dan lugar para expresar sus ideas, y, alrededor, seguidores y curiosos se paran para escuchar las consignas de cada líder popular. Se habla de todo: política, economía, deportes, ciencia, ecología, el color de las farolas, el olor de los perros, la función de la mujer en el mundo.
Entre ellos, están los habituales, los tertulianos que cada día se colocan a la misma altura de la pequeña escalinata que delimita la minúscula plaza, entre el mercado, los puestos ambulantes y un par de muros medio derruidos, y sacan sus panfletos para darse a conocer. Pese a que todos se conocen: está Cayo Lenin, el presidente Miguel... Y también los habituales oyentes, que ya conocen al dedillo lo que van a oir. Vuelven por si, ese día, su orador favorito cambia alguna de sus palabras, inventa un nuevo chiste, se pelea con el orador opuesto.
Bolivia vive confrontada. La nueva Constitución Política del Estado (CPE) ha polarizado a la sociedad en dos bandos opuestos, antagónicos, rivales, enemigos: el SÍ y el NO. Defienden a ultranza sus posiciones: es lo mejor para el pueblo; rompe con la Bolivia que realmente necesitamos.
La Plaza de los Héroes sirve para calibrar el nivel de esas confrontaciones. A poco más de una semana de la consulta, los ánimos están más que caldeados. Los grupos se sitúan cada vez más separados, aunque atentos a las consignas de los adversarios para, a la mínima, empezar a gritar, silbar, insultar. Los nervios están a flor de piel. Todo el mundo quiere posicionarse, pero nadie quiere reconocerse partidario de una u otra opción. Ver un flash de un turista, que sorprendido por esas reuniones políticas decide inmortalizar al momento para mostrárselo a sus amigos y decir, Mira, en Bolivia la política está en la calle, se habla de los problemas de la gente, el pueblo está concienciado; ver un flash puede significar estar, por siempre, estigmatizado, en uno u otro grupo, sin posibilidad de salir en caso de derrota.
Los aplausos se multiplican a la vez que los paceños salen de sus trabajos y se acercan a la Plaza de los Héroes. Asimismo, el nivel de crispación aumenta en proporción geométrica cuando es el grupo opositor el que va acumulando más efectivos. Llegar a las manos, con el paso del tiempo, se convierte en una posibilidad más que real.
Pero el pueblo boliviano está cansado de tanta discusión sobre un tema que, de tanto que se ha hablado; ya no tiene el carácter que tenía antes. Sí, defenderán su posición a ultranza, pero reconocen cada vez más que su principal preocupación es la de todos los seres humanos: la supervivencia. Bolivia, como subcampeón del mundo en corrupción, no se puede permitir perder tanto tiempo en un texto constitucional que, a corto plazo, no afectará a sus habitantes.
Por eso, cuando aparece un nuevo orador o un extranjero con ganas de participar de otro tema que no sea la CPE, motivo que rige Bolivia en los últimos meses, los bolivianos se lanzan a su discurso como agua de mayo. Quieren conocer, aventurarse en nuevas concepciones, nuevos motivos por los que sentirse sabios y no fruto del seguidismo de la masa. Hablar de Gaza e Israel, de la situación de los hidrocarburos... son temas de los que hay muchas cosas que aprender, que compartir, y sin necesidad de estigmatizarse frente a sus conciudadanos.
Sobrevivir ante la presión de no verse perseguido por las directrices generales de la masa, ser una voz crítica; llegar a la plaza sin prejuicios y revelar las ideas de cada uno es, en La Paz, motivo para ser declarado un Héroe.


Reunión en la cumbre - Los Planetas

15.1.09

Burocracia

(Día 7)
La Paz
.- Hay algunos que creen que el papel del papel es mucho más importante del que nadie puede llegar a pensar, y lo defiendan y lo juren por sus hijos e hijas, padres, madres, y, en casos remotos, por suegras y suegros. Y hay otros que, vulgarmente, se lo pasan por... exacto, rellénese como se desee.

Caso número 1: contrato que marca fecha de inicio en el día x del mes y del año z, y que no se cumple porque, ya que estás aquí, podrías hacer eso, esto, lo otro, lo de más allá, y lo que ya casi no se ve; eso también, claro, más todo lo que acordamos antes.
Caso número 2: visado que tuviste que tener, tras mover papeles durante tres meses, Pero señor, no le puedo hacer nada ahorita mismo, necesita un comprobante de residencia; de trabajo; de estado civil; de certificado médico de salud; de sus delitos cometidos; de número de calzado; de marca de sopa preferida; de número de dietas adelgazantes que probó y nunca le funcionaron; nombre del equipo de fútbol con el que simpatiza; número de parejas que tuvo en su adolescencia, si puede ser con el número total de consumaciones, usted ya me entiende, jefe. Si no, y sintiéndolo mucho, o abandona el país o le multaremos, 14 bolivianos por día superado.
Mierda de burocracia y de papeles sin sentido. Al final, sea como sea, el perjudicado siempre es el mismo.

El hombre que perdió los papeles - La Costa Brava

14.1.09

Locura

(Día 6)
La Paz.- Bolivia necesita un psicólogo, o psiquiatra en su defecto, para curar su esquizofrenia. Locura constante. Para empezar, el clima. Nunca, y cuando digo nunca es nunca, había sentido esa sensación de locura por el tiempo. Cambios y más cambios en décimas de segundo. De hecho, en una misma mañana, ha hecho frío de otoño, fresquito de primavera, calor de pleno agosto, granizada de invierno pirenaico.
Sin hablar del
tráfico, del que ya hablé anteriormente. Confieso que tengo miedo de subir a un taxi. La posibilidad de accidente al subirse a un vehículo motorizado, sea cuál sea, desborda cualquier tipo de estudio o estadística que se pueda imaginar nadie. No hay reglas, no hay leyes: la jungla asfaltada y motorizada. La única norma es la de la tortilla: quién tiene más huevos se sale con la suya. Normal que tenga miedo.
Pero lo peor, por sorprendente, es la
prensa. Primera rueda de prensa 'oficial' en Bolivia: visita de confraternización con la casta militar. Ya de por sí una locura, bautizarse entre cañones, rifles, estrellas colgadas del pecho, medallas ganadas por a saber qué mérito, ejércitos de marina que tienen que proteger, como mucho, la parte correspondiente del lago Titicaca, sin saber nunca que a que estado, si a Perú o Bolivia, corresponde la parte del Titi y a cuál corresponde la Caca.
Rueda de prensa para no contar nada, Aquí estoy, soy yo, el
jefe de todos estos vestidos de verde, encantado de conocer a la prensa, tan respetada y necesaria en el país, vamos a tomar un refrigerio de salteñas (cagumdena com piquen) y unos refresquitos, si lo desean. Charla informal posterior con los militares medallistas, Como está señor almirante, encantado de poder estrecharle la mano, Igualmente señorita, tómese un refresco, mujer, Así lo haré, mi almirante, Qué piensa de la Constitución y el referendo, Permítame que no hable del tema, hoy es una jornada de confraternización, no trabajemos hoy, Pero algo nos dirá, mi almirante, No, señor mío, ya le dije que hoy no, hoy no se trabaja. Hasta que la locura del país organiza una rueda de prensa para contar todo lo que dijo entre salteñas y botellas de Sprite. Y empieza la lucha, en la que cerca de 30 periodistas, sus correspondientes cámaras, fotógrafos y ayudantes, y entre libretas de la prensa escrita, grabadoras de cassete de las radios, móviles de las conexiones en directo, prueban de sacar al pobrecito almirante toda la sangre militar que lleva dentro, seguro que de muchas generaciones atrás. Grita, grita, que sino no te escuchan. A ver, sube un par de decibelios más... Así, perfecto. Así superas el nivel decibélico de los destrozados altavoces de la sala. Periodistas peleándose como si en plenas rebajas se encontraran, 'periodistos' luchando a capa y espada cuál desafío del siglo XVII en calles de Madrid para desgarrar la vestidura del militar. Locura periodística, y yo pensando que lo había visto todo.
Y yo escondido en una esquina, cerca de un altavoz, grabadora, libreta y bolígrafo en mano, esquivando los esputos rabiosos y los virus de
locura que poco a poco se esparcen por la Sala de Banderas del cuartel general de las Fuerzas Armadas Bolivianas.

Loco - Antònia Font

13.1.09

Home

(Día 5)
La Paz.- Habitación de 4 x 4 metros, justo para un colchón de dos plazas, un pequeño ropero, una especia de cómoda. Dos ventanales, con sol que entra desde una terraza espectacular, perfecta para fiestas y demás convites. Ideal jóvenes solitarios, con aires de bohemio/pseudohippie/intento de moderno.
Mudanza más que rápida, tampoco tengo tanto que guardar. Me tiro en mi nueva cama; me duermo hasta el día siguiente

Take me home - Russian Red

11.1.09

Impresiones

(Día 3)
La Paz
.- El mate de coca lo tenía sobrevalorado. Café Alexander, el que tendrá que ser una referencia, cual Central Perk de Friends. Me decepciona, sinceramente: muy suave, un té más. Pero bueno, realmente bueno. Tomaré más de uno, seguro. Sin adicción, claro.
El proceso de adaptación sigue su curso, y empiezo a conocer gente: españoles, franceses, suecos. Salgo con ellos, almuerzo con ellos, tomo café con ellos. Estoy desorientado. Hablan de cosas que, evidentemente, no tengo ni la más remota idea; de lugares que no sé ubicar. Pero sé que es un proceso lento, todo se andará.
La ciudad me empieza a sorprender, quizá porque hoy ya puedo abrir más los ojos. Los puestos ambulantes me sorprenden, su número y aspecto son indescriptibles; las calles asfaltadas de forma extraña; las aceras destrozadas; el tráfico caótico y ruidoso, con cláxones sonando sin sentido ni motivo, movilidad sin ley para nadie; el transporte público, simplemente, apasionante. Dos tipos de taxis, dos de bus. El mejor, sin duda, por sorprendente, el minibus: pequeñas furgonetas, de unas nueve plazas pero donde caben hasta veinte (coste: 1,5 bolivianos, 0,16 euros aprox.), con recorrido fijo pero sin paradas establecidas, cada viajante decide cuando lo toma y lo deja, mientras un tipo/tipa, por la ventana, chilla a los cuatro vientos todas las calles por las que pasa el carromato. Se tiene que ver.
La bebida es lo que más me sorprende. Además de su precio irrisorio, cada trago vale 10 bolivianos (1,07 euros, aprox.), la capacidad de ingesta de alcohol entre los bolivianos es desmedida. Me cuentan que rechazar una copa es un signo descortés; las bodas rigen su éxito por el número de borrachos partido el número de asistentes. A las seis de la tarde, en las plazas más concurridas, es fácil ver jóvenes y no tan jóvenes de agresividad etílica desmesurada y/o tirados por el suelo, sin opción a ponerse en pie para volver a casa con sus esposas-novias-madres. Esa es otra: machismo sin igual vuela por el ambiente boliviano. Pero eso es otro tema: lo que impresiona ahora es la borrachera, la capacidad etílica de este país de Evo.
Y yo, unido a una gilipollez absoluta, directo a la primera miniborrachera, todavía con soroche en el cuerpo, vómito incluido, y a nuevas impresiones de la ciudad. Consigo bar de copas de referencia, Mongo's: ya sólo falta espacio vital propio.

La cuadratura del círculo - Vetusta Morla

9.1.09

Soroche

(Día 1)
La Paz
.- Sigo estirado en la cama de Andrés. Son las 18.59 hora local. Eso significa que en Washington y en Nueva York son las 17.59, en Barcelona y Madrid las 23.59, las 22.59 en horario GMT.

El soroche es algo difícil de explicar. En mi caso, dolor de cabeza más que considerable, náuseas casi imperceptibles y que, por suerte, no son suficientes como para devolver. Mal de altura, efectivamente, que en mi caso se une a la falta de sueño. Me resisto a tomar un paracetamol durante la noche, por miedo a hacer ruido y molestar a Abraham, que por la mañana trabaja. Minutos después de las once no puedo más: pastilla y a la cama. Resultado de tres horas de sueño initerrumpido, hasta la una y media, y almohada y pijama sudados. Se ve que necesitaba sudar.
Ducha rápida, limpieza de dientes, directo a la oficina de Efe. Salgo del ascensor y me encuentro Abraham, preocupado por mi estado de salud. Cuidado extremo, ya se ve.
Momento de presentaciones oficiales en la oficina, una pequeña habitación con cuatro computadoras. Recuerdo pocos nombres, aunque tampoco me presenten a más de cuatro o cinco personas.
Con la hora que es, directos a comer. Sinceramente, creo que me sería imposible volver al sitio al que vamos. Y, además, me ha costado llegar. Cansancio desmedido para dos subiditas que, en Barcelona (Catalunya), creo que podría haber hecho en bici sin problemas de marchas, platos ni piñones; no más cuesta arriba que el tramo final de la calle Marina, justo en el cruce con Meridiana; o el ascenso de la calle Escorial. Estoy destrozado. De nuevo, como excusa, el soroche. Me doy cuenta que, a partir de ahora, con todo lo que me pase, podré culpar a la altura.
Necesito móvil boliviano: compañía Tigo, ni idea del número. Almuerzo una sopa y un plato típico, de los cuales, para variar, no recuerdo el nombre. La altura, supongo. Con postre incluido (flan, ecs), 19 bolivianos (2,04 euros, aprox.). Paga Abraham, todavía no tengo moneda local. Con estos precios, dudo que no me guste la ciudad.
Vuelta a la agencia, mientras trabajan, me coloco en mi puesto. Computadora más que antigua, que se cuelga tras cinco minutos de inactividad. Un lujo, vaya. Suerte que traje mi portátil; espero poder trabajar desde él. Aprovecho para un breve Skype; probar de chatear por Gtalk, sin respuesta; leer y responder correos electrónicos; poner al día Facebook. Me siento inútil; salgo a pasear.
Evidentemente, me pierdo. Me doy cuenta, en un momento, que he pasado tres veces por el mismo sitio. La memoria me falla; debe de ser por el soroche. En un principio iba a buscar departamento; en realidad, busco sensaciones. Resultado de nada nuevo, nada que me impacte de sobremanera. Sí, la gente viste (un poco) diferente; sí, el comercio ambulante es constante; sí, las facciones de la gente son diferentes; sí, el tráfico es diferente. Pero sensaciones sensaciones, pocas. Y olores, ni hablar.
Descubro un hipermercado, del que no recuerdo ni el nombre ni su situación. Compro agua, zumo de naranja, mandarina y limón para el desayuno, un paquete de pilas y un paquete de tabaco (L&M rojo). Total: 35 bolivianos, 3,77 euros (aprox.). Alucino.
Por casualidad encuentro el departamento en el que me alojo: agua sobre el mueble de la cocina, zumo en la nevera, pilas a la cámara, primeras cuatro fotos de vistas desde el departamento, encender el ordenador para escribir.
Esta noche hay fiesta; la pereza y el sueño acumulado, así como el soroche, me impiden ir. A la próxima estoy allí. Para empezar a crear un círculo de amistades, de gente conocida, y empezar, ahora sí, a dejar de lado lo que llevo encima y empezar de nuevo. Aunque, ahora mismo, siento que echo en falta la seguridad de no perderme por las calles de Barcelona (Catalunya), su humedad, su gente deambulando por las ciudad, las calles cuadriculadas del Eixample, la sensación de tener un espacio propio, la conexión veinticuatro horas a Internet a una velocidad estratosférica. Qué cantidad de tonterías. El soroche, seguro.

Such great heights - The Postal Service

8.1.09

Vuelo

(Día 0)
Barcelona/Madrid/Lima/La Paz.- Salida de Barcelona (Catalunya) a las 9.40 hora local. Llegada a La Paz (Bolivia) a las 00.45 hora local. Total: 20 horas de diferencia (real), para dejar atrás lo que se puede, y dar paso a otra cosa, que ya veremos que es.

En el trayecto Madrid (España) – Lima (Perú), dos peruanos (1: hombre, mediana edad, facciones marcadas; 2: mujer, mediana edad, facciones marcadas) me interrogan a la salida del avión; vuelo que pensaba que no cogería por el retraso en el trayecto Barcelona (Catalunya) – Madrid (España), de casi una hora. Me sorprendo a mí mismo cuando explico y hablo más de lo que pensaba y jamás hubiera pensado. Les enseño mi peluche de Goofy, que se sienta en mi regazo a la espera de la llegada a Lima (Perú). Busco la cámara de fotos para entretenerme, me doy cuenta que las pilas están en la maleta facturada.
A cinco horas de llegar a Lima (Perú), ponen una película francesa. Subtítulos en inglés. Tengo la sensación, modestia a parte, que soy el único en todo el avión que puede entender un poco de que va. Al final, pese a un título que no va con el argumento, Affaire de famille, resulta entretenida. Poco más de una hora, 77' marca la programación del vuelo, en una de esas historias contadas desde el punto de vista de cada protagonista, para liar al personal e ir atando cabos al paso del metraje. Como las series de detectives, en las que hasta el final no sabes quién es el asesino. Como en las series de detectives, en las que el final está cogido por los pelos, pero resulta creíble.
Acaba la película y sigo con la sensación de que me dejo algo. Pero ya tengo ganas de oler Sudamérica. Siempre he tenido esa obsesión con los olores; i, no precisamente, porque sea uno de los sentidos que tengo más desarrollados. En absoluto. Quizá, precisamente por eso, me obsesionan. Para demostrarme a mí mismo que, realmente, tengo un olfato útil.
Cuando ya son once horas y diecisiete minutos las que se llevam del trayecto Madrid (España) – Lima (Perú), sigo sentado en mi plaza 40E; más centrado imposible. Ya han pasado tres películas, está a punto de empezar la cuarta, y un magazine lleno de publicidad sobre motor, tecnología, moda e Iberia; dos reproducciones completas de Un día en el mundo de Vetusta Morla en el iPod; un almuerzo a base de pasta y sucedáneo de pastel de crema; cuatro tazas de café y una Coca-cola de 250 mililitros; una siesta de poco más de una hora, coincidiendo con la segunda de las películas; un sudoku nivel medio en el iPod; una ojeada al International Herald Tribune en búsqueda de notícias de Sudamérica, con el resultado de cero; unas risas con las tiras cómicas de Calvin&Hobbes, Garfield y Charlie Brown, también en el Herald; seis cuentos de Murakami; dos visitas al excusado; tres paseos hasta la cabina del avión para estirar un poco las piernas; trece explicaciones del funcionamiento de los auriculares del avión; dos zonas de turbulencias, con la obligación de retornar a su asiento, poner el respaldo en vertical y abrocharse el cinturón de seguridad; algún que otro abrazo a Goofy; medio disco Tots els professors europeus de Manel; una relectura de la Guía Panchita 2009.
Llega un momento, casi a la llegada a Lima (Perú), que ya no sé ni qué hora es. Y, a la llegada a la capital peruana, me sorprende la modernidad del aeropuerto. Eso sí, sólo aceptamos moneda nacional. Me quedo, pues, sin el quinto café de la jornada. Encuentro una red wi-fi escondida tras unos paneles informativos de la aerolínia TACA. Me conecto, descargo rápido los correos electrónicos nuevos, la mayoría de mensajes de Facebook, y el tiempo justo para un chat para decir que todo va bien e irme corriendo hacia la puerta de embarque dirección, por fin, La Paz (Bolivia).
Llegamos al aeropuerto un poco antes de lo previsto. Pero de la terminal salimos más que tarde, tras pasar por cuatro controles de, respectivamente, pasaporte, visado, maletas, objetos a declarar. Todos, con policía armada con metralletas que asustan. Y con esa cara de serio antagónica a la forma de tomarse la vida de los bolivianos. Quizá, como excusa, valga que son las 00.45 hora local. Y todo el mundo prefiere estar en su cama a aguantar las impertinencias de los turistas.
Salgo y no hay nada: fuera, llueve. Llueve. Empieza bien, me encanta que llueva. Un chico me ofrece un cigarrillo (Lucky Strike), que encendemos con mi mechero. Me pregunta si le puedo alojar en algún sitio. Ojalá me vengan a buscar a mí. Intercambiamos mails, él estará en Tarija (sur) trabajando de documentalista. Al minuto no recuerdo ni su nombre ni de donde es. Sólo que me ofreció el cigarrillo (Lucky Strike), lo encendimos con mi mechero azul, y que pactó con un taxista una tarifa de 50 bolivianos (5,3 euros, aprox.) para llegar a la ciudad y dejarlo en un hotel donde, la noche, no cueste más de 12 dólares (9,07 euros, aprox.).
Llegan el taxista, Carlos, y una de mis nuevas compañeras de trabajo, Lorena. Lo primero que me sorprende es la timidez del chófer; la segunda, la capacidad imparable de habla de la chica. Se excusan del retraso, sin que le dé más importancia. Y, de nuevo, interrogatorio. Por qué La Paz, qué ha sido de mi vida hasta el momento... Preguntas a las que estoy cansado de responder, que he intentado responder más de una vez en mi vida, pero que hacen que la media hora de trayecto se haga más agradable y, sobretodo, corto. Me cuenta cuatro o cinco cosas del país, de las que no me acuerdo de ninguna. Llevo en mi cuerpo tres aviones, con una siesta que no llega a la hora y media, para intentar mediar en el cambio de horario.
El primer olor que me viene, pues, de La Paz, es a humedad. Humedad de lluvia, de la que cae, moja, pero no molesta. La mejor, sin duda. Lorena me ofrece su paraguas; no lo acepto ni de broma. Prefiero mojarme. Me gusta mojarme. Y más ahora, que sin pelo siento cada gota sobre mi cabeza.
Calle 6 de agosto, edificio del que no recuerdo el nombre, piso 14, departamento 1402. Abraham me acogerá los primeros días. Y, aunque tendría que ir directo al sofá, su compañero de piso, Andrés, corresponsal, entre otros, de la BBC, está de viaje hasta el sábado. El primer encuentro con él es una salutación de rigor, y directo a la cama que mañana se trabaja.
Y no puedo dormir. Me revuelvo por la cama, busco una red wi-fi para conectarme, con el resultado de cuatro redes con clave. Otro día será. Pijama y a la cama.

Transatlanticism - Death cab for cutie