29.4.09

Guerrilla

(Día 111)
La Paz.- (Volver a) Ir al cine, a parte del gozo personal e intransferible del filme, tiene una ventaja. Como ya sucedió con el primer documental que viste en la Cinemateca, hace ya 95 días, y cada vez que ves un documental, por su naturaleza propia, te entra una sensación de reflexión profunda que, ahora que no tienes nadie con quien compartirlo y que te evada de los que han compartido cerca de dos horas de butaca, silencio, oscuridad, crepitar de pantalla y sonido inconfundible de maquinaria cinematográfica, tienes que reprimirte, pero, a su vez, esta soledad que llevas experimentando en los últimos días te permite poner tu cara de despite, ya tan habitual, y pararte a escuchar los comentarios del resto de cinéfilos, hasta que se dan cuenta de tus intenciones y te lanzan una mirada furtiva y amenazante, si no es que bajan el tono de voz y abortar la misión.
Pero vuelves a ir solo, y cuando sales no tienes ganas de poner tu cara de póker y te invade una cierta sensación de impotencia. Llevas días sintiéndote así, y los planes de un futuro próximo no mejoran la sensación. Puede, quizá, que se maximice.
Miguel N es un documental italo-suizo sobre un jesuita tirolés que, viendo a su alrededor, decide entrar en una guerrilla para ayudar a aquellos que más lo necesitan. Es un resumen demasiado simplificado, pero al ser nuevo en el país todavía no consigues asimilar toda la magnitud e intención de su paso.
Te desconciertan ciertas cosas de lo que vives. Y ver el documental no sé si ayuda. Tienes que reconocer que, durante tramos, has tenido que aguantar las lágrimas y necesitabas un abrazo fraternal, aunque en ningún momento tiene los rasgos sentimentales de los que se caracterizan muchas de las películas comerciales que se exhiben en las pantallas. Cuando sales no sabes si es porque realmente el director buscaba eso o que no has parado de pensar.
En parte, eres como el protagonista. Un exiliado que se aleja de la familia, de todo lo que conoció en ese momento, y que Bolivia lo atrapó de tal forma que tuvo que cambiar su forma de ver la vida y sus acciones. Pero sabes que en el fondo, ese tipo desconocido -ya no sabes si hablas de ti mismo o del guerrillero- sigue siendo el mismo, sólo que en un ambiente desconocido. Pero sigue siendo el mismo, pensando lo mismo, teniendo los mismos objetivos -difusos-, sintiendo lo mismo.
La revolución se hace desde dentro, dicen, entre aquellos que viven y sienten en un mismo entorno. Y triunfa cuando la mayoría se decide a seguir el mismo camino. En caso de no ser así, la frustración puede ser máxima, y no dejar contento a nadie. Al contrario, causar daño y desolación. Por eso, como moraleja de la tarde cinematográfica, extraes que tienes que seguir soñando. Y, si te llega la muerte en una emboscada policial, será que es tu destino. Pero mueres con la consciencia de que hiciste lo que pudiste por cambiar un mundo que no te gustaba en absoluto y en el que siempre te has sentido extraño, por mucha suerte que hayas tenido o muy joven que seas.

Seguirem somiant Sopa de Cabra

28.4.09

Decisión

(Día 110)
La Paz.- El pasado pasado es, y hay que seguir adelante. Tomar decisiones, saber qué teclas tocar para que la sinfonía no chirríe, pese a ser principiante en la vida y no tener mucho donde elegir. Pasar o no pasar, ser o no ser, ir o no ir.
Actuar, pese a que después el arrepentimiento pueda ganar la partida, se ha vuelto indispensable. Tienes ejemplos a tu alrededor, donde narcisismo, egoísmo y algo de revancha se unieron para actuar. Claro que no esperas que sean tus armas en la aventura, esperas ser un poco más humilde. Pero con lo que hay que quedarse es con la idea. Actuar, con decisión. Pase lo que pase.
Aunque sabes que, actuando, y más conociendo tu cobardía, se va a convertir en un hito en tu vida, un momento clave que vas a recordar durante toda la vida; sea para bien o para mal.
Y lo piensas, lo meditas, lo engulles. Actúa, actúa, actúa. Lo repasas a cada segundo, entre nota y nota, aprovechando que el Evo lleva tiempo en silencio y, si habla, estás absorto en tu meta. Actúa, actúa, actúa. Pase lo que pase. Rompe la monotonía de la que tanto te quejas, vuélvete loco. Muéstrate demente, siéntete demente. Y no esperes nada. Sólo hazlo. Cualquier cosa que pase, tenía que pasar. Ahora o más tarde, y mejor sentirlo en primera persona que no lejos, como si no fuera contigo.

Así que decides agarrar el teléfono, y empezar a hacer contactos para aquél tema que, pese no te hace mucha gracia, sabes que va ser gracioso. Y te va a abrir las puertas para próximos temas, ya propios, y que, pese a no ser graciosos, tu les ves la gracia.

Extraño Los Rodríguez

25.4.09

Revés

(Día 107)
La Paz.- Desde el primer día que llegué, y coincidió con que salí de la oficina a mediodía, cuando el sol pega más fuerte sobre La Paz, hubo algo que me sorprendió.
El centro de mi vida en Bolivia es la plaza Abaroa, núcleo del barrio de Sopocachi y de los únicos espacios abiertos de este lugar de la ciudad. Dedicada al héroe que perdió el mar boliviano -está visto que mi vida se basa en pueblos que aclaman a personajes perdedores-, la fuente central, casi siempre sin agua, la rodea una pequeña plaza con marcas en el suelo, prestas para recibir a excombatientes y militares en el día del Mar. Los bancos se llenan al mediodía de parejas que toman helados, de niños que juegan tras el colegio, de universitarios que se tiran en la hierba, de ejecutivos que se hacen limpiar los zapatos por los lustrabotas, de hippies que hacen malabares para ganar algunos pesos.
Pero lo realmente sorprendente es como se sientan en los bancos de madera y hierros. Del revés. Me explico.
En vez de usar el banco como debería hacerse, o como parecería normal, con la espalda apoyada en el respaldo, paseando por la plaza se ve una consecución de dorsos humanos en fila.
Pregunté, extrañado, a alguien que me acompañaba hace tiempo. Y la respuesta fue clara: usan el respaldo como apoya brazos. Así se consiguen dos cosas: la primera, tener un sitio donde dejar caer los brazos, extremidades tan incomprendidas e inútiles a la hora de sentarse; la segunda, evitar el contacto directo con el sol, ya que así la dirección del cuerpo enfoca directamente a los sitios donde hay árboles y, por tanto, sombra.
Tras reflexionarlo, parece de lo más lógico. Pero todavía me cuesta ver las cosas del revés, del otro lado. Sigo todavía con mi dirección frontal, sin ver que, detrás de todo, quizá haya algo mejor. Un cambio a tiempo puede ser beneficioso, aunque me cueste aceptarlo y dude que nunca lo pudiera aceptar. Pero, si es para mejor, se tendrá que aceptar. Siempre que sea para mejor. En caso que no sea así, prefiero que mis brazos sigan colgando descompensados, que mi espalda se apoyo en el respaldo de madera verde y fea y que el sol me deslumbre y me obligue a ponerme gafas de sol y un gorro.


Rey SolVetusta Morla

24.4.09

Oxígeno

(Día 106)
La Paz.- Llevo tiempo diciendo que La Paz es una cárcel. Tiene algo que atrapa, que impide que salgas. Y, pese a que tenía previsto huir un tiempo de aquí para oxigenar mis pulmones en esta ciudad tan falta de oxígeno, al final no pude. Estoy atrapado en la ciudad, no puedo salir.
Pero tendré que ser fuerte, enfrentarme a estas cadenas imaginarias que me obligan a quedarme casi por obligación, y salir de aquí para ver que, más allá de La Paz y la vida que llevo aquí, el mundo sigue girando.
Y parece que me queje de vicio. Realmente, es así. A pesar de estar a nosecuántos metros de altura sobre el nivel del mar, y que los primeros días me cansara en exceso por la falta de oxígeno, Bolivia me está dando más de lo que creo. O eso espero, realmente. Supongo que todavía no soy consciente porque, verlo desde dentro, es muy complicado. Y porque todavía estoy dentro.
Las cosas se ven mejor desde fuera y, sobretodo, cuando no las tienes. Y, si hace falta, respiras hondo y conociendo lo que ya has vivido, puedes coger más carrerrilla para afrontar lo que venga por delante.


This place is a prison
The Postal Service

23.4.09

SantJordi

(Día 105)
La Paz.- El primer Sant Jordi fuera de Barcelona, de Catalunya, se siente raro. No ves por la calle ni stands de libros, ni parejas sujetando rosas rojas que, a altas horas de la tarde, yacen mustias sobre la falda de un joven sentado en un banco, cansado de dar vueltas por el centro de la ciudad y que ha decido sentarse en el primer banco libre que han encontrado al final de todo de Las Ramblas para dar un beso a su amada y descansar unas piernas que nunca pudieron con el paso lento, obligado, de los paseantes que se paran a buscar entre los libros aquél texto que les va a cambiar la vida.

(Goofy. Un 11. Las cinco efes de Pfaffenhoffen. Y un dragón que grita har-har-har al ver a una princesa joven -pongamos que se llama Pabla, de carne fresca, entrar en su cueva, sin saber que por detrás, justo a tiempo aunque para algunos pueda ser demasiado tarde, aparezca alguien -pongamos que se llama Genís - para salvarla de su perdición)

First Love
The Maccabees

22.4.09

Carmín

(Día 104)
La Paz.- No sé si será que me fijo demasiado en las cosas minúsculas, pero llevo dos miércoles viendo, en el cenicero que hay justo al lado del ascensor, una colilla con restos de carmín.
Es probable que en otros tiempos me diera por escribir un pequeño cuento, y imaginar como debe ser esa mujer fumadora, qué diablos hace cada martes por la noche en uno de los apartamentos de mi bloque, porqué siempre hay una única colilla aplastada en ese recipiente metálico cerca del elevador del primer piso.
Pero la musa se fue. Hace casi un par de meses que sólo me dedico a escribir teletipos y en el blog (con más pena que gloria), y todo lo que sea creatividad se va cada vez más y más lejos. No es por falta de ideas, porque en este sentido cada segundo en
La Paz da para crear miles de millones de pequeñas historias; y no sólo por lo que se ve en la calle, sino por lo vivido en primera, segunda y tercera persona, del singular y del plural. Es por falta de... por falta, vaya.

CigarettesRussian Red

18.4.09

Cent

(Dia 100)
La Paz.- Tal i com va passar al cap d'un mes, els cent primers dies buscan La Paz s'han de celebrar, i han de servir per fer balanç del tot el que s'ha viscut fins ara. I, de fet, és un cúmul de sensacions tan diversos, que ni llegint els 65 escrits anteriors ho podrien descriure de la forma més acurada possible.
No sé si ja ho he dit en entrades anteriors -no les rellegeixo per no espantar-me del pas del temps-, però La Paz m'està canviant. Em noto diferent, una altra persona. I això m'espanta, perquè no sé si és per bé o per mal. Tot i que sembli una tonteria, el primer símptoma és que em costa escriure i parlar en català. El que sempre havia defensat, els meus orígens, s'estan diluint amb el pas del temps en aquesta ciutat, en aquest país.
És una tonteria, és evident, però no és tan banal com sembla. És com si tot el que havia sentit fins ara, el que havia pensat, hagués desaparegut per deixar créixer una nova persona.
A més, la rutina comença a penetrar en la meva vida, i és una de les coses per les quals havia decidit marxar a l'exili. I, entre altres moltes coses, és un fet que em fa por. Com d'altres moltes coses que han passat durant aquest primers cent dies, i que encara necessito temps per assimilar. Tot i que no me'n penedeixo de res del que he viscut -bé, d'alguna cosa sí-. I menys quan sé que encara queden per davant els dies 101, 102, 103...i fins saber quan acaba el compte.

115 Muchachito Bombo Infierno

17.4.09

Guardia

(Día 99)
La Paz.- Las horas pasan lentas en un juzgado de La Paz. Te avisan que a las 17.30, hora local, van a llegar los supuestos terroristas que tenían en "caos a la sociedad boliviana", algo totalmente ilógico dada la tranquilidad y la parsimonia de los bolivianos; no es lo mismo con su tránsito y la vida en la ciudad. Y, precavido, llegas media hora antes, para agarrar un buen sitio y verles de cerca, con la opción de escupirles, insultarles hasta la locura. No por terroristas, sino por hacerte trabajar tanto.
Antes, hay un juicio a un tipo del que sólo sabes su apellido, realmente llegas sin saber de qué va el caso, pero tienes que estar atento por si acaso. Parece que era un pez gordo del Gobierno, y eso siempre vende.
Entras y sales de la sala como
dos cientas cuarenta cinco veces. Te sientas, te levantas, subes y bajas escaleras. Hablas, callas, escuchas. Te desesperas.
Pasan las horas sin que los terroristas aparezcan, ya que el juicio anterior se eterniza. Oyes vocablos jurídicos, de esos que cuando eras pequeño odiabas porque no entendías, y ves que todo te queda demasiado grande. Y buscas un aliado, que vaya armado con libreta anotada y bolígrafo en mano, y le preguntas qué pasa, y te lo cuenta con las mismas palabras raras que oyes en el juicio. Ahora sí que te desesperas. Pero sigues, al pie del cañón, haciendo
guardia. Por si acaso.
I les hores van passant. Estàs com a cansat, i no saps el que fer, i et quedes fixat, i et trobes molt sol, el soroll s'esvaeix, mires al carrer i no hi ha gaire gent.

Vespre - Els Pets

16.4.09

Terror

(Día 98)
La Paz.- Hoy, 16 de abril de 2009, jueves, ha sido un día que podría definir perfectamente la rutina de un día en Bolivia como periodista, como desubicado, como persona. Todavía con la resaca de la huelga de hambre del Evo, la aprobación de la ley electoral, la Semana Santa católica con indígenas en las procesiones, y con el reciente atentado a un cardenal en su casa de Santa Cruz con explosivos, al cóctel caótico todavía le faltaban ingredientes.
Para acabar de unir elementos a la película, faltaban los terroristas. En este mundo globalizado, siempre tiene que haber terroristas para que la película esté llene de acción. Y claro, tras una semana de estrés, no podía faltar el golpe final del guionista, para dejar al público en estado de alerta permanente y al periodista destrozado tras días sin dormir y en una situación de atención constante.
Y, además, a todo eso hay que unirlo a las situaciones personales de cada uno, y el cóctel ya es perfecto. El cúmulo de sensaciones se convierte en una locura, un caos total. Y el terror para afrontar toda esa vorágine es indescriptible.

Puede que, al final, tenga un final feliz. Espero.

Final feliç
- Joan Miquel Oliver

14.4.09

Ganas

(Día 96)
La Paz.- No tengo ganas de escribir, ni de hablar. Ni de pensar, ni de leer, ni de dormir, ni de jugar, ni de pasear, ni de comprar, ni de responder mails, ni nada.
Realmente, desde la semana pasada, todo parece girar entorno a las ganas. A las pocas ganas de que este país avance, a las pocas ganas de dialogar, a las pocas ganas de comer.
Y ahora que parece que todo el mundo puede volver a comer, presidente incluído, va y soy yo el que no tiene ganas de nada.
Aunque tendré que comer un poco.

Lost in my self - Australian Blonde

12.4.09

Reflexión

(Día 94)
La Paz.- Tres días de Semana Santa, solo en casa, da para hacer muchas cosas. Algunas lavadoras, fregar platos y el suelo, barrer la habitación, planchar camisas, tuyas y ajenas, cocinar para toda la semana.
Y estar solo, a veces, es bueno. La posibilidad de salir no te apetece; prefieres quedarte en casa, aunque sea tumbado en la cama sin hacer nada, escuchando los nuevos discos que te has descargado ilegalmente de la red.
Y, viendo cercanos los primeros
100 días de exilio, y con la sensación de que pasan muy, muy lentos, y que en todo este tiempo todavía no has encontrado La Paz, después de prometerte que la estarías buscando durante mucho tiempo, te da por reflexionar.
Pero, como siempre, acabas sin nada. Y esperas tener una
segunda oportunidad.

Segundo asalto - Love of lesbian

11.4.09

Karaoke

(Día 93)
La Paz.- Cuando todo el mundo se va de viaje aprovechando los días festivos de Semana Santa, hay que unir fuerzas entre los dejados en la ciudad. Llamas a quién nunca pensaste llamar, sales a sitios de los que ni recordabas el nombre, brindas con desconocidos, gritas cuando en una mesa contigua alguien aplaude por no sabes bien qué.
Y acabas haciendo cosas inimaginables, como encerrarte en un karaoke paceño, cantando Aqua, Julio Iglesias, Pimpinela; grandes clásicos de cualquier velada, hasta más allá de las cinco de la madrugada. Encerrado en un espacio privado, para que la Alcaldía no te vea ni pueda saber que el boliche sigue abierto más allá de las cuatro, y más en época de reflexión y recogimiento como la Semana Santa.
Y, cuando sales, intentas hacer la cuenta de los vasos de ron que te has bebido. Y lo dejas porque el tambaleo, junto a la emoción de la canción, te merecen más atención.
Seguramente, si no estuvieras tan 'contento', no te hubieras puesto a cantar ante seis o siete personas. Más que nada, porque recuerdas que hace muchas semanas que no entras en la oficina cantando y haciendo el tonto, como acostumbrabas.

Sing when you're happy - The Sunday Drivers

9.4.09

Hambre

(Día 91)
La Paz.- Y el Evo entró en huelga de hambre.
La discusión por la ley electoral transitoria, que tiene que permitir las elecciones del 6 de diciembre, está llevando al presidente a medidas drásticas.
Y, para los mal pensados, no es porque crea que está demasiado gordo, o porque no se acordó que la
cuaresma pasó y aproveche la Semana Santa para redimirse y empezar el ayuno correspondiente. Lo hace por la patria. Y la democracia.
El
Evo entró en huelga de hambre, y yo, a cambio, prové por primera vez el sabor del gas policial. Muy poco, sí, pero lo suficiente como para que los ojos y la nariz piquen de forma desesperante durante unos cuantos minutos.

El aperitivo de las doce - Pastora

7.4.09

Chopin

(Día 89)
La Paz.- Cuando los dedos del pianista empiezan a moverse, el silencio se hace eterno en la pequeña clase del conservatorio. Los niños siguen chupando sus caramelos, absortos en las notas que salen de las partituras, aprendidas desde hace meses.
Los estudios de Chopin suenan preciosos. Sólo alguna sirena de ambulancia distorsiona, a veces, la belleza de la melodía. No sé con cuál quedarme, sinceramente.
A la media parte, los chiquillos se van. La mayoría se quedaron dormidos, con sus caramelos suspendidos en sus labios, desafiando a la ley de la gravedad para no caer al suelo enmoquetado. Uno de ellos, con forma de labios, cede al final y queda pegado en la moqueta verde.
El pianista ofrece dos bises: el nocturno, también de Chopin, es espectacular.
Y, durante todo el concierto, un niño, de no más de diez años, sigue con su cuaderno de partituras todas y cada una de las notas tocadas, siguiendo el ritmo con sus pequeños dedos, y observando a través de sus gafas cada movimiento del artista.
Al final, le pide un autógrafo. Seguramente, nunca había soñado escuchar a Chopin de las manos y los dedos de un pianista extranjero, y con una belleza tan descomunal.

Vehicle lunar
- Antònia Font

5.4.09

Ramos

(Día 87)
La Paz.- La luz de la mañana entra por los ventanales de mi habitación. Es domingo, de ramos, y son poco más de las seis y media. Me pongo a escribir, mientras pienso que tengo en el estante demasiados libros por leer. Lo dejo para más adelante. Tengo tiempo de sobras.
A las nueve me da por no desayunar en casa, y me bajo al café para tomar un zumo de naranja, un cheesecake de frutilla, y conectarme a Internet para conocer las novedades del otro lado del mundo.
De bajada, en medio de la plaza, dos filas de veinte personas dejan un pasillo enorme, como esperando a alguien. En una de las puntas, un tipo con sotana blanca y bufanda roja se encarga de hablar a toda esa gente, que llevan en la mano
ramos, palmas y palmones. A su lado, un joven armado con una guitarra que le cuelga del cuello con una cinta de colores, hace una seña. Su compañero, atento, le devuelve la seña alzando un altavoz, como los de las manifestaciones, y se empieza a escuchar una melodía demasiado triste para ser un festejo. Evidentemente, evito pasar por el medio, y doy una enorme vuelta sin dejar, ni un solo minuto, de mirarles.
No vaya a ser que me den con sus
ramos. Un palo más no creo que lo pudiera soportar. Sería el preludio de una semana más de pasión, hasta llegar a la crucifixión. Aunque, bien mirado, el lunes resucitaría, con más fuerza que nunca.
La muerte siempre me dio
miedo. Tras pensarlo, creo que el subconsciente pensó eso a la hora de dar toda la vuelta a la plaza. O, quizá, estaba pensando en otra cosa.

Miedo - M Clan

4.4.09

Derrota

(Día 86)
La Paz.- El segundo partido de liga terminó como el primero. Derrota. Dos semanas en completa caída, hundiendo el equipo al fondo.
Un error grave del portero nos quitó el primer triunfo/empate, algo a celebrar. Pero nada. Parece que no pudo ser. La culpa es de nuevo de la altura.

Esta vez, pero, me atreví a jugar todo el partido.


Perdío G 5

3.4.09

Sol

(Día 85)
Copacabana.- La Isla del Sol huele a eucalipto.
Tres horas de bus y dos y media en barco desde La Paz conducen a un paraje alejado de la Bolivia hasta ahora conocida. Conforme se acerca la isla, el sol empieza a ser de justícia, con lo que la crema solar se hace indispensable. Gorro y gafas completan el atuendo perfecto para llegar a un pequeño paraíso en el oeste boliviano, frontera con Perú.
La travesía por el Titicaca para la odisea de Ulises. El agua lo rodea todo, y la sensación de soledad aumenta a cada milla que pasa.
Cuando el verde de la isla empieza a hacerse presente, todo cambia. Pequeñas casitas de adobe, dispersas por la inmensa montaña, sirven de techo de una agua tranquila, donde los niños juegan a lanzar piedras. Un pequeño manantial cruza la orilla, desprendiendo frescor.
Como siempre que aparece el Evo, la comunidad se revoluciona. Multitud de ponchos rojos y polleras conforman un paisaje asombroso, adornado todo con whipalas y tricolores. Entonces los chiquillos dejan sus piedras a un lado, y su cara cambia al ver al presidente. Las sonrisas inundan todos los rostros.
Vivir en el paraíso nunca fue tan apasionante.
Y en el camino, tumbado sobre la cubierta de un barco militar, la brisa te obliga a escribir, pensar. Alejarte de todo.
---
Tres horas de bus y dos y media en barco desde La Paz conducen a un paraje alejado de la Bolivia hasta ahora conocida. En parte, porque tras ese tiempo llegas a un lugar del que salir va a ser harto difícil.
Ya la llegada fue complicada: el barco en el que te subes remolcó, ayer por la noche, el gran Buque Multipropósito, en el que el Evo tiene que viajar. Fallo en el motor, dicen.
Durante el viaje, el marinero cuenta su rutina. A las 4 de la tarde, hora local, cuando quedan libres de todo servicio, los que saben nadar se dan un chapuzón en el lago. El resto espera que el alto mando militar autorice realizar cursos de natación entre la marina boliviana.
La vuelta resulta ser caótica. Tras la escapada del presidente y la huída de los ministros, te encuentras solo en una isla, rodeado de agua por todas partes, y con la única compañía de gringos y medio centenar de periodistas. Llega el barco en el que arribaste, te subes y dice que no va a tu destino. Sales, corriendo, a buscar una embarcación de recreo que te lleve a tu destino. Capacidad para 30 personas, suben 60. El barco se tambalea, y viene el comandante del primero para decirte que sí, al final te lleva donde querías. Sin que hayan pasado 15', uno de los motores se para. Temes lo peor. Sin vívere alguno, la sensación de soledad que te acompañaba se agranda. Por suerte, llega otro barco militar: el abordaje se produce de forma desordenada y caótica. Pero al final entras, te sientas en el primer sitio que encuentras, y pruebas de dormir. Lástima que estés sobre el motor, y su ajetreo obligue a tus músculos a moverse siguiendo un ritmo constante.
La llegada a Copacabana parece tranquila, aunque para desembarcar pases por el interior de otro barco, como el cambio de línea en el metro. Subes al bus, hasta Tiquina. Otro barco, para cruzar el estrecho. Ahora ya de noche, con frío. Recuerdas las imágenes de pateras repletas de inmigrantes, y, salvando las distancias, te sientes como uno de ellos. Llegas a tierra, y todo parece más normal.
Sólo faltan dos horas para llegar a La Paz.
---
Y, en todo este tiempo, no has parado de pensar.


Island in the sun - Weezer

2.4.09

Abril

(Día 84)
La Paz.- Se presenta abril como un mes clave. El inicio del otoño en abril, algo verdaderamente chocante e inimaginable en mi mente del hemisferio norte, es una minúscula parte de todo lo que significa el mes de abril, pero podría ser un buen comienzo.
Abril tiene que ser el mes de la consolidación, de establecer por fin una relación de amor entre este país tan extraño y yo, entre una cultura en vías de desarrollo y una idea preconcebida totalmente occidental y colonial.
Abril se tiene que convertir en el mes de la reflexión, el mes del saber estar. El mes de poner las cosas en su sitio, de asentarse.
Y, en este momento, no me veo capaz, está demasiado lejos como para hacerlo realidad. Suerte que quedan más meses por delante. Porque solucionar todo lo que ha pasado estos meses atrás da mucho, pero que mucho miedo. Igual que el futuro incierto.

El miedo que tengo - Astrud

1.4.09

Infierno

(Día 83)
La Paz.- Comprar en la reventa para ver a dios es algo que muchos podrán entender, otros aprobarán, otros verán como obligatorio, y otros no valorarán.
Pero, tras aprender a contar hasta seis, descubrí que el infierno, para d10s, está a más de 3.600 metros de altura.

La mano de Dios - El Potro Rodrigo