(Día 14)
La Paz.- La plaza Murillo es el centro de la ciudad, y, seguramente, del país. Sede del Palacio de Gobierno, del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cultos: es el centro de poder, eso seguro.
El Evo se pasea por la plaza como rey y señor de todos los reinos. Anuncian que está a punto de llegar y la masa le aclama. Llega, y la masa, enloquecida, le aclama. Saluda, tímidamente, y la masa, descontrolada, le aclama. Se sienta, y la masa, banderas en mano y a grito pelado, le aclama.
Cuando se juega en casa, ya se sabe. Todo es más fácil. ¿Cuántos miles de personas? Da igual, la victoria es segura. “El 100% para aplastar a los vendepatrias”. Claro, jugar en casa también tiene eso: la euforia se desata. Y más gritos, más banderas, más whipalas, aclamación máxima. Y vivas. Visca. Podemos. Som-hi. Jallalla.
El folclore boliviano es tan variado como las 36 etnias reconocidas en la nueva Constitución Política del Estado (CPE) boliviana. Pasan por el escenario paceños, benianos, tarijeños. Afrobolivianos, aimaras, quechuas. Cada uno con su traje tradicional; cada uno con sus sonidos característicos; cada uno con sus instrumentos ancestrales, algunos más modernizados que otros. A cada sonido, a cada nota, a cada paso, la masa tiene más claro que lo único que hay que gritar, esta noche, son tres letras: Evo.
Y, con el fin de la música, la espera. Auto de buen gobierno: nada de alcohol, nada de armas. Nada de concentraciones y, el domingo, nada de movilidades por la calle, a no ser que sean autorizadas por la autoridad competente. Domingo. Horizonte a conquistar: el cambio. Y, así, poder gritar, de nuevo, las tres letras mágicas que, en los últimos tres años, han lanzado al país a primera escena mundial, como ejemplo de cambio. Evo.
Sí. Jallalla.
La Paz.- La plaza Murillo es el centro de la ciudad, y, seguramente, del país. Sede del Palacio de Gobierno, del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cultos: es el centro de poder, eso seguro.
El Evo se pasea por la plaza como rey y señor de todos los reinos. Anuncian que está a punto de llegar y la masa le aclama. Llega, y la masa, enloquecida, le aclama. Saluda, tímidamente, y la masa, descontrolada, le aclama. Se sienta, y la masa, banderas en mano y a grito pelado, le aclama.
Cuando se juega en casa, ya se sabe. Todo es más fácil. ¿Cuántos miles de personas? Da igual, la victoria es segura. “El 100% para aplastar a los vendepatrias”. Claro, jugar en casa también tiene eso: la euforia se desata. Y más gritos, más banderas, más whipalas, aclamación máxima. Y vivas. Visca. Podemos. Som-hi. Jallalla.
El folclore boliviano es tan variado como las 36 etnias reconocidas en la nueva Constitución Política del Estado (CPE) boliviana. Pasan por el escenario paceños, benianos, tarijeños. Afrobolivianos, aimaras, quechuas. Cada uno con su traje tradicional; cada uno con sus sonidos característicos; cada uno con sus instrumentos ancestrales, algunos más modernizados que otros. A cada sonido, a cada nota, a cada paso, la masa tiene más claro que lo único que hay que gritar, esta noche, son tres letras: Evo.
Y, con el fin de la música, la espera. Auto de buen gobierno: nada de alcohol, nada de armas. Nada de concentraciones y, el domingo, nada de movilidades por la calle, a no ser que sean autorizadas por la autoridad competente. Domingo. Horizonte a conquistar: el cambio. Y, así, poder gritar, de nuevo, las tres letras mágicas que, en los últimos tres años, han lanzado al país a primera escena mundial, como ejemplo de cambio. Evo.
Sí. Jallalla.
A hard mortadelo's a-gonna filemon fall – Pascal Comelade
1 comentario:
La masa siempre parece estúpida, y más cuando se adhiere incondicionalmente a un líder populista... Pero puede que ese derroche de pasión (perceptible incluso a través de los cables coaxiales-telefónicos), sea preferible hasta cierto punto a la indiferencia política del otro lado del charco... Y tú estás ahí para comprobarlo.
Gran artículo de La hora panchita, de mis favoritos.
Publicar un comentario