9.10.09

Ecspanya

(Día 273)
La Paz.- Nunca me sentí español, y todo el mundo lo sabe. No es ni bueno ni malo; es lo que es.
Así que celebrar el Día de la Hispanidad en la embajada de España -tres días antes de la efeméride real, sólo por el hecho de que caiga en lunes- no me ilusiona mucho. Aunque, al tratarse del primer cóctel oficial de mi vida hay algo: más para ver la parafernalia que para disfrutarlo.
Así que me engalano un poco, me pongo por primera vez en todo este tiempo los únicos mocasines que me traje, entro con mi americana con clavel rojo en la solapa. Y suena el himno español, y blablabla... Todo lo esperado, aunque me sorprende que, en el hilo musical, suene música en catalán y rock de Loquillo. Nada del otro mundo.
Y, en cambio, por la tarde, en uno de los infinitos actos de proclamación del Evo (que no fue) y de Álvaro como binomio ganador de las elecciones, quizá el más multitudinario, ponen el himno boliviano y, no sólo lo canto, sino que además se me ponen los pelos de punta, de emoción.
Supongo que me ha dado más este país en diez meses que el otro estado en 23 años.

Salve, oh patria - Popular

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