22.8.09

Koala

(Día 225)
La Paz.- Medio (o completamente) resacoso de ayer, una llamada a las 12.30 me despierta.
Tendría que estar en Villa Tunari, donde el Evo se forjó como dirigente sindical antes de ser presidente, pero el aplazamiento de la visita de Lula al país hizo que, sin enterarme, no fuera yo el que viajara.
Pero me llaman a las 12.30, quizá un par de minutos antes, y tengo que ir a la oficina a echar una mano con los discursos y toda el quilombo que se lia allí.
Cuando la consciencia vuelve a mi ser, ya en la oficina, me pregunto porqué fue alguien a cubrir el evento si, después, los que estamos de quedados especiales hacemos todo el trabajo sucio. Escuchar discursos, montar piezas, reordenar ideas. Además, con la falsedad de fecharlas en Villa Tunari, cuando realmente estamos en Villa Efe de arriba (del mezzanine, para más señas).
Y me recuerda a otras coberturas similares. Una de las primeras de las que tengo consciencia, la del Carnaval de Oruro, cuando toda la oficina estaba allí y se hizo un nota de color sin color: ninguna declaración de bailarines, ni apuntes sobre el Evo jugando con la espuma. Y me acuerdo de otra, en la que todavía no estaba presente pero que sale en todas las conversaciones, cuando en Santa Cruz, en vez de bajar a la puerta del hotel para ver qué pasa, se llama a la oficina para que expliquen qué es lo que están dando por la tele justo enfrente del hall.
A veces, tengo la sensación que, para ser alguien en algún lado, hay que ser como una koala. Preocuparse sólo de subir un tronco, comer bambú y quitar los pelos y bacterios de la boca tras besar a un koala. Pero después lo repienso, y recuerdo que hace falta una gran trayectoria y grandes experiencias para poder vivir sin preocupaciones en una caña de bambú.

Te quiero comer la boca - La Mosca Tse-tsé

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