16.7.09

Dos

(Día 188)
La Paz.- Tras dormir no más de
dos horas, llega el gran día. Son las seis de la mañana y ya me encuentro andando por el Prado, dirección a la plaza Murillo. Allí, ofrenda floral a la estatua del protomártir de mismo nombre, y llegada del eje del mal a Palacio para desayunar y hablar de sus cosas malignas. Hasta las diez no se dignan a bajar al hall, para la foto oficial. Y están todos: el presidente de Venezuela y Bolivia (a la vez), el semental, el actor de telenovelas y el Evo, todos posando con las mejores de sus sonrisas. Un niño intrépido se coló en Palacio, y claro, fue el momento distendido de la jornada. Saludo con el niño, que se resistía a pasar a la historia por posar entre Evo y Chávez, y que sus compañeros de colegio le llamaran, como mínimo, terrorista. Todo esto después de que el Evo tropezara bajando las escaleras, con un suspiro de alivio después de que se pudiera frenar gracias a una chica de protocolo que iba por delante.
Terminada la foto, corriendo hacia la plaza Villarroel. Desfile militar e indígena, y el Evo resarciéndose del tropezón con uno de los discursos más duros de los que recuerdo. No deja títere con cabeza.
A la una de la tarde, al Radisson. Almuerzo de honor, con todos los invitados, y salen a hablar con la prensa Correa, Lugo y la canciller de Zelaya. Monotema: Honduras. Lo previsto.
Y, tras llegar a la oficina, empieza el trabajo. Y cuando termino, hace menos de un cuarto de hora, me doy cuenta que de las últimas 48 horas he trabajado 35. Y me entra el sueño.
Pero quedan dos días para saborear unas ricas galletas Tosta Rica.

El eje del mal - La Habitación Roja

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