11.12.09

Chau

(Día 336)
La Paz.- Quede de antemano que escribir a partir de este momento me es muy difícil. Por eso lo he ido alargando hasta el infinito, dejando que este momento de sentarse frente a la pantalla iluminada de blanco que clama para que la rellenen de píxeles negros en forma de letras aprendidas para decir algo que, hasta el momento, nunca se tuvo que decir de una forma tan radical.
Pero, al menos, quedan todavía días por delante, para acabar de vaciar todo lo que llevo dentro ante la más que cercana salida de
La Paz.
Así que intento disfrutar de los últimos momentos, y tras una cena con los corresponsales extranjeros en
Bolivia, viejos que casi nunca salen de su casa para cubrir cualquiera de los actos a los que yo me pelearía por asistir, supongo que porque la comodidad de su sofá es mucho mayor que el poder de descubrir una cosa al salir de casa, base del periodismo sea dicho de paso, y a los que no conozco por ese mismo motivo, me adentro a un bar kitsch de reciente apertura con gente que va entrando y saliendo, saludando y despidiendo.
Y sólo es el principio.

Goodbye - The Sunday Drivers

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