(Día 82)
La Paz.- Tras una mañana movida, el estrés del trabajo me ayuda a evadirme de la realidad. Por eso, pese a llegar tarde a la oficina, me olvido de todo, o lo disimulo, y me encargo de todo lo que hay en la oficina en ese momento. En menos de media hora termino mi primera tarea, y parece que podré seguir con mi evasión mental en un acto en la nueva embajada de Corea del Sur.
Nada más lejos de la realidad. Lo que parecía que iba a ser un día lo bastante ajetreado como para no pensar, pese a que sea la tarea de la semana (aunque era la del año, y ahora por imbécil lo será de lo que resta, por lo menos), acabó siendo un día de reflexión. Quedarse encerrado en un ascensor durante 20 minutos con la responsable de prensa del vicepresidente, el embajador cubano y su guardaespaldas, un ministro coreano y su traductora, el embajador iraní, y un ascensorista incompetente obliga, a cualquiera, a evadirse del momento que está viviendo y pensar. Aunque a veces tenga que aguantar las lágrimas al recordar que, quizá, la música de ascensores acostumbra a ser de las más tristes que pueda haber en el mundo.
La Paz.- Tras una mañana movida, el estrés del trabajo me ayuda a evadirme de la realidad. Por eso, pese a llegar tarde a la oficina, me olvido de todo, o lo disimulo, y me encargo de todo lo que hay en la oficina en ese momento. En menos de media hora termino mi primera tarea, y parece que podré seguir con mi evasión mental en un acto en la nueva embajada de Corea del Sur.
Nada más lejos de la realidad. Lo que parecía que iba a ser un día lo bastante ajetreado como para no pensar, pese a que sea la tarea de la semana (aunque era la del año, y ahora por imbécil lo será de lo que resta, por lo menos), acabó siendo un día de reflexión. Quedarse encerrado en un ascensor durante 20 minutos con la responsable de prensa del vicepresidente, el embajador cubano y su guardaespaldas, un ministro coreano y su traductora, el embajador iraní, y un ascensorista incompetente obliga, a cualquiera, a evadirse del momento que está viviendo y pensar. Aunque a veces tenga que aguantar las lágrimas al recordar que, quizá, la música de ascensores acostumbra a ser de las más tristes que pueda haber en el mundo.
Música de ascensores - Love of lesbian
1 comentario:
I ja van dos, aquesta vegada no estava jo per salvar-te, però això si estaves més acompanya't. Que fort amb ambaixador i tot.
I vigila que no hi ha dos sense tres jaja. un petó
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