(Día 66)
La Paz.- La iglesia de San Miguel, en la zona sur de La Paz, parece salir de otro lugar. No, no parece Bolivia. Su modernidad, lejos de cualquier iglesia de la ciudad, da un aire diferente a una plaza rodeada de aparcacoches, mujeres vendiendo golosinas y pobres pidiendo limosna.
Misa de doce, tercer domingo de Cuaresma. Las lecturas son del Éxodo y la primera carta de San Pablo a los corintios. El sermón, sobre la rectitud en la fe.
El cura, a media ceremonia, olvida dar la paz a sus fieles. Quizá desconcentrado porque suenan 10 tonos de teléfonos, todos diferentes, combinado con tres lloros de niños, obligados a entrar a la casa del señor. Un señor que, por cierto, no tienen el gusto de conocer.
La modernidad de la iglesia no se queda sólo en la fachada: la música domina la misa. De hecho, en poco menos de una hora, suenan doce canciones, al ritmo de incontables guitarras, una batería y una voz horrenda. Y, sorprendentemente, me veo cantando una de ellas, de mi época de mozo de catequesis. Hacía como ocho años que no pisaba una iglesia por voluntad propia, sin ningún otro motivo que observar.
En el momento cumbre, la comulgación, se despiertan los instintos animales más primarios. Parejas que se pelean porque el hombre no quiere levantarse del banco para tomar un trozo de pan (que además viene así, solo, seco), niños que no entienden nada de lo que ven a su alrededor y lo demuestran mostrando su gran capacidad pulmonar, el listo que llega a la iglesia, conocedor de la rutina, exclusivamente para que le den una hostia y pueda irse, acto seguido y con gafas de sol en la cabeza, tranquilo a su casa.
Me quedo sentado en el banco, y noto las miradas acusadoras de las viejas del lugar, que me vieron durante toda la misa reirme de todo lo que me rodea. Que por que no comulgo? Tengo una crisis (de fe, se sobreentiende). Estoy confundido, y necesito tiempo reflexión antes de engañarme a mí mismo y, en segundo término, a Dios.
Antes de salir, recordar que pueden seguir la actualidad de la Iglesia en Radio María, en el 100.6 de la FM.
Pueden irse en paz.
La Paz.- La iglesia de San Miguel, en la zona sur de La Paz, parece salir de otro lugar. No, no parece Bolivia. Su modernidad, lejos de cualquier iglesia de la ciudad, da un aire diferente a una plaza rodeada de aparcacoches, mujeres vendiendo golosinas y pobres pidiendo limosna.
Misa de doce, tercer domingo de Cuaresma. Las lecturas son del Éxodo y la primera carta de San Pablo a los corintios. El sermón, sobre la rectitud en la fe.
El cura, a media ceremonia, olvida dar la paz a sus fieles. Quizá desconcentrado porque suenan 10 tonos de teléfonos, todos diferentes, combinado con tres lloros de niños, obligados a entrar a la casa del señor. Un señor que, por cierto, no tienen el gusto de conocer.
La modernidad de la iglesia no se queda sólo en la fachada: la música domina la misa. De hecho, en poco menos de una hora, suenan doce canciones, al ritmo de incontables guitarras, una batería y una voz horrenda. Y, sorprendentemente, me veo cantando una de ellas, de mi época de mozo de catequesis. Hacía como ocho años que no pisaba una iglesia por voluntad propia, sin ningún otro motivo que observar.
En el momento cumbre, la comulgación, se despiertan los instintos animales más primarios. Parejas que se pelean porque el hombre no quiere levantarse del banco para tomar un trozo de pan (que además viene así, solo, seco), niños que no entienden nada de lo que ven a su alrededor y lo demuestran mostrando su gran capacidad pulmonar, el listo que llega a la iglesia, conocedor de la rutina, exclusivamente para que le den una hostia y pueda irse, acto seguido y con gafas de sol en la cabeza, tranquilo a su casa.
Me quedo sentado en el banco, y noto las miradas acusadoras de las viejas del lugar, que me vieron durante toda la misa reirme de todo lo que me rodea. Que por que no comulgo? Tengo una crisis (de fe, se sobreentiende). Estoy confundido, y necesito tiempo reflexión antes de engañarme a mí mismo y, en segundo término, a Dios.
Antes de salir, recordar que pueden seguir la actualidad de la Iglesia en Radio María, en el 100.6 de la FM.
Pueden irse en paz.
Señor - Francisco Nixon
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