(Día 223)
La Paz.- Agosto siempre es un mes de pereza. Cuando estaba en el hemisferio norte, véase Barcelona o alrededores, culpaba al calor infernal. Pero ahora, en medio de un invierno menos frío de lo que pensaba, sigue igual. Ni idea por qué debe ser.
Pero toda esta pereza acumulada, con un contexto frío y sin alicientes, me ha dado por recuperar mi inestabilidad crónica, de la que hace tiempo no hacía gala.
De repente me encuentro escuchando música y cantando con voz horrenda entre tos y tos, y en medio segundo estoy discutiendo con la policía boliviana con el riesgo de que me expulsen del país por estar trabajando con visa de turista. De repente estoy tan tranquilo almorzando en el Alexander y, en medio segundo, empiezo a maldecir todo lo que me rodea. De repente me desespero con el mal juego de La Paz FC en el partido de vuelta de la Sudamericana y, en medio segundo, me río de lo lamentable que se ven a los jugadores bolivianos desde la cabina de prensa. De repente me harto de las fiestas bolivianas y, en medio segundo, aplaudo al paso de un tipo vestido de diablo que persigue a un ángel bañado en fuego. De repente me aburro con una entrevista a René Joaquino, uno de los miles de candidatos a destronar a Evo y, en medio segundo, me fascino cuando cuenta su vida desde que tenía cinco años.
De repente, creo que toda mi vida se va a la mierda y, en medio segundo, me siento el hombre más afortunado del mundo.
Y es que nos ha costado mucho llegar hasta aquí, y sería una pena tirarlo todo por la borda. Cuando quedan menos de cuatro meses para que este exilio, programado y necesario desde sus inicios, se convierta en... en lo que sea. Eso da igual. Prometí que hasta el próximo mes me importaba una mierda el futuro. Pero cuesta tanto no pensar en ello...
La Paz.- Agosto siempre es un mes de pereza. Cuando estaba en el hemisferio norte, véase Barcelona o alrededores, culpaba al calor infernal. Pero ahora, en medio de un invierno menos frío de lo que pensaba, sigue igual. Ni idea por qué debe ser.
Pero toda esta pereza acumulada, con un contexto frío y sin alicientes, me ha dado por recuperar mi inestabilidad crónica, de la que hace tiempo no hacía gala.
De repente me encuentro escuchando música y cantando con voz horrenda entre tos y tos, y en medio segundo estoy discutiendo con la policía boliviana con el riesgo de que me expulsen del país por estar trabajando con visa de turista. De repente estoy tan tranquilo almorzando en el Alexander y, en medio segundo, empiezo a maldecir todo lo que me rodea. De repente me desespero con el mal juego de La Paz FC en el partido de vuelta de la Sudamericana y, en medio segundo, me río de lo lamentable que se ven a los jugadores bolivianos desde la cabina de prensa. De repente me harto de las fiestas bolivianas y, en medio segundo, aplaudo al paso de un tipo vestido de diablo que persigue a un ángel bañado en fuego. De repente me aburro con una entrevista a René Joaquino, uno de los miles de candidatos a destronar a Evo y, en medio segundo, me fascino cuando cuenta su vida desde que tenía cinco años.
De repente, creo que toda mi vida se va a la mierda y, en medio segundo, me siento el hombre más afortunado del mundo.
Y es que nos ha costado mucho llegar hasta aquí, y sería una pena tirarlo todo por la borda. Cuando quedan menos de cuatro meses para que este exilio, programado y necesario desde sus inicios, se convierta en... en lo que sea. Eso da igual. Prometí que hasta el próximo mes me importaba una mierda el futuro. Pero cuesta tanto no pensar en ello...
Corrandes de la parella estable - Manel
3 comentarios:
Sí, supongo que para algunos es necesario pasar por esta fase, incluso para mi misma. La depre tal cual producida por la insatisfacción del no saber, de sentirse perdido,y el excesivo peso de una presión social que cada uno llevamos interiorizada en un miniyo que reiteradamente nos come la cabeza y nos hace sentir nostalgia no se de qué... inextabilidad, mis últimos meses como una peonza. Frente a ello, la fortaleza, la necesidad de recordar que hasta ahora hemos hecho cuánto hemos querido, que hemos marcado el camino, que según lo veas eres un/a afortunado y que si hasta ahora ha sido así, también lo será en un futuro, aunque eso sí, en este momento estés en uno de esos instantes donde pareces estar en un pozo sin fondo, donde chillas, pero te sientes solo. Besos! la psicologa Perry :P
Al leer tu entrada he llegado a la conclusión de que todo se debe al mes octavo del calendario. Tienes razón, el año pasado por estas fechas estaba en una situación similar. A diferencia de ti, yo evito asumir que estoy en una montaña rusa desde hace unas semanas. Que en mis vacaciones era feliz y al verlas terminar me cabreaba. Que al llegar a Madrid sentí un calor (no sólo en temperatura) extraordinario, y que ya hoy me quiero ir a mi pueblo para que mi madre me abrace. Que quiero estar con mis amigos, pero me cuesta llamarlos. Quizá, doctor, también deba empezar por asumir el problema.
Ah! Y estoy segura de que eres el hombre más afortunado del mundo ;)
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