2.9.09

Abajo

(Día 236)
La Paz.- Hacía mucho, mucho tiempo, que no llovía en La Paz. De pronto el cielo se oscurece, en un día que no amaneció muy apetecible, y caen las primeras gotas avisando a los que se dejaron el paraguas aparcado en cualquier rincón de casa que hoy, precisamente hoy, era el día para desempolvarlo y sacarlo a la calle. Evidentemente, no hago ni caso y pese a los primeros indicios no vuelvo a casa.
Y salgo de la oficina, tarde como siempre, y se oyen los primeros ruidos de agua rebotando en el asfalto, cada vez más intensamente. Bajo las escaleras hasta la calle, y desde el cristal de la puerta de entrada al edificio empiezo a ver gente agachada y cubriéndose la cabeza.
Por suerte agarré mi suéter amarillo, el que lleva capucha, y me la pongo y ato al cuello para que, con el viento no salga y me moje el (cada vez menos espeso y más desaparecido) cabello.
En las dos cuadras que llevan a mi casa, numerosa gente mira hacia abajo evitando que las gotas de lluvia le nublen la vista. Siempre me sorprendió el acto reflejo de agachar la cabeza cuando llueve. No sé donde lo escuché por primera vez, pero desde entonces me fijo si alguien levanta la cabeza como si nada al notar la lluvia en su cuerpo.
Y me doy cuenta que ni yo tengo ganas de levantar la mirada. Me quedo mirando hacia abajo, viendo como el agua, por los canales que espontáneamente se crean en los bordes de la calzada, se despide a velocidad vertiginosa hacia las cloacas.

Llueve sobre mojado - Joaquín Sabina & Fito Páez

1 comentario:

democrito dijo...

buenos momentos para leer: "Los confines" de Andrés Trapiello.