(Día 311)
Sucre.- La piscina es un desastre. Una pared sigue con los ladrillos, el calentador del agua no funciona y los nadadores tienen rampas, las cabinas de prensa por no tener no tienen ni sillas, la gente se empuja para abarrotar unas gradas de cemento y polvo, los accesos son montículos de arena.
Pero, pese a todo eso, hay un tipo que sobresale por encima de todos, y es de ascendencia catalana. Albert Subirats, venezolano, del Barça y futbolista frustrado, y que no se cansa de ganar oros y más oros en las disciplinas cortas de la natación. Por algo le llaman el tiburón. Si todo va bien, puede ganar ocho medallas de oro; lo mismo que hizo Phelps en Pekín pero en los Bolivarianos, que no sería precisamente lo mismo. Y, viendo el nivel del resto, y haciendo un símil estúpido y muy, muy malo, se podría decir que, como en la canción, "se las llevó, el tiburón".
Sucre.- La piscina es un desastre. Una pared sigue con los ladrillos, el calentador del agua no funciona y los nadadores tienen rampas, las cabinas de prensa por no tener no tienen ni sillas, la gente se empuja para abarrotar unas gradas de cemento y polvo, los accesos son montículos de arena.
Pero, pese a todo eso, hay un tipo que sobresale por encima de todos, y es de ascendencia catalana. Albert Subirats, venezolano, del Barça y futbolista frustrado, y que no se cansa de ganar oros y más oros en las disciplinas cortas de la natación. Por algo le llaman el tiburón. Si todo va bien, puede ganar ocho medallas de oro; lo mismo que hizo Phelps en Pekín pero en los Bolivarianos, que no sería precisamente lo mismo. Y, viendo el nivel del resto, y haciendo un símil estúpido y muy, muy malo, se podría decir que, como en la canción, "se las llevó, el tiburón".
Prometo no volver a escribir algo tan patético como esto. Pero tenía que hacerlo. Era demasiado evidente. Y tentador.
El tiburón - Proyecto Uno
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