(Día 301)
La Paz.- Cada vez queda menos para las elecciones, y se nota en el ambiente. Aunque todavía la ciudad no está plagada de propaganda, todo gira alrededor del evento del año. Y claro, salen los aprovechados que, con la coyuntura favorable, intentan sacar rédito económico del momento.
Es el caso de Dennis, un tipo alto, pelo largo y cara de mafioso, que me presenta, de una tacada, y en persona, a Evo, Manfred, Samuel y Álvaro.
Evo, 1,60 metros de bolivianidad imperturbable, viste una de las famosas chompas que le hicieron famoso (valga la redundancia) por Europa. Habla pausado, cuando se saca su máscara de fibra de vidrio y, sudoroso, confiesa que, sin saber el resultado de las elecciones, va a derrotar a Manfred seguro.
No es muy difícil. En la otra esquina del ring, con 75 centímetros de altura y un bigote prominente, se encuentra su oponente.
Y suena la campana, y empiezan a pelear con golpes aprendidos y ensayados, siempre para que gane el Evo.
Se ve que estas peleas de lucha libre ficticia hacen las delicias de pequeños y grandes en todo el país; algo que apasiona al bolsillo de Dennis el mafioso. Y, además, crean el mensaje subliminal que quieren.
La Paz.- Cada vez queda menos para las elecciones, y se nota en el ambiente. Aunque todavía la ciudad no está plagada de propaganda, todo gira alrededor del evento del año. Y claro, salen los aprovechados que, con la coyuntura favorable, intentan sacar rédito económico del momento.
Es el caso de Dennis, un tipo alto, pelo largo y cara de mafioso, que me presenta, de una tacada, y en persona, a Evo, Manfred, Samuel y Álvaro.
Evo, 1,60 metros de bolivianidad imperturbable, viste una de las famosas chompas que le hicieron famoso (valga la redundancia) por Europa. Habla pausado, cuando se saca su máscara de fibra de vidrio y, sudoroso, confiesa que, sin saber el resultado de las elecciones, va a derrotar a Manfred seguro.
No es muy difícil. En la otra esquina del ring, con 75 centímetros de altura y un bigote prominente, se encuentra su oponente.
Y suena la campana, y empiezan a pelear con golpes aprendidos y ensayados, siempre para que gane el Evo.
Se ve que estas peleas de lucha libre ficticia hacen las delicias de pequeños y grandes en todo el país; algo que apasiona al bolsillo de Dennis el mafioso. Y, además, crean el mensaje subliminal que quieren.
Killing me softly - Omara Portuondo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario