(Día 181)
Chonchocoro.- Una llamada a las 00.32 me despierta. En 5 horas llega Luis Arce al aeropuerto de El Alto, y hay que ir a recibirle con todos los honores que se merece un ex ministro de Interior de una dictadura de los ochenta que se basó en el terror y los asesinatos. Evidentemente, no viene de turismo, sino para ser encarcelado en la cárcel de alta seguridad de Chonchocoro.
Casi a las 06.00 llega el avión de American Airlines, el mismo que me trajo de regreso de mi periplo por los Estados Unidos, y desde la antigua torre de control hace mucho, demasiado frío. Sale del avión en silla de ruedas, totalmente demacrado, con un gorrito que le tapa los pocos pelos canosos que le quedan. Y entra directo a una sala para un reconocimiento médico, antes de dirigirse a Chonchocoro. Ni lo espero: voy directo a la cárcel para ver como llega.
Chonchocoro está perdido en medio del Altiplano, cerca de Viacha. Para llegar, tras dejar la carretera, hay que atravesar pueblos desérticos, caminos de polvo y arena, canales llenos de agua, y aguantar el frío. Soy de los únicos que está cuando la ambulancia llega a la cárcel. Tengo imágenes exclusivas. Me río por dentro cuando llegan el resto de periodistas sin nada que hacer ya.
Conferencia de prensa del ministro (somos los mejores, hemos encarcelado a un tipo peligroso de más de 70 años) y volando a ver al Evo, que desde El Alto también quiere hablar del tema. Sin duda, es la noticia del día.
Y ahora, en el camino de vuelta tras el tour altiplánico, creo que es mejor alegrarse por el encarcelamiento que lamentarse por mi sueño.
Chonchocoro.- Una llamada a las 00.32 me despierta. En 5 horas llega Luis Arce al aeropuerto de El Alto, y hay que ir a recibirle con todos los honores que se merece un ex ministro de Interior de una dictadura de los ochenta que se basó en el terror y los asesinatos. Evidentemente, no viene de turismo, sino para ser encarcelado en la cárcel de alta seguridad de Chonchocoro.
Casi a las 06.00 llega el avión de American Airlines, el mismo que me trajo de regreso de mi periplo por los Estados Unidos, y desde la antigua torre de control hace mucho, demasiado frío. Sale del avión en silla de ruedas, totalmente demacrado, con un gorrito que le tapa los pocos pelos canosos que le quedan. Y entra directo a una sala para un reconocimiento médico, antes de dirigirse a Chonchocoro. Ni lo espero: voy directo a la cárcel para ver como llega.
Chonchocoro está perdido en medio del Altiplano, cerca de Viacha. Para llegar, tras dejar la carretera, hay que atravesar pueblos desérticos, caminos de polvo y arena, canales llenos de agua, y aguantar el frío. Soy de los únicos que está cuando la ambulancia llega a la cárcel. Tengo imágenes exclusivas. Me río por dentro cuando llegan el resto de periodistas sin nada que hacer ya.
Conferencia de prensa del ministro (somos los mejores, hemos encarcelado a un tipo peligroso de más de 70 años) y volando a ver al Evo, que desde El Alto también quiere hablar del tema. Sin duda, es la noticia del día.
Y ahora, en el camino de vuelta tras el tour altiplánico, creo que es mejor alegrarse por el encarcelamiento que lamentarse por mi sueño.
From prison to hospital - Yann Tiersen
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