(Día 31)
La Paz.- Tras unos días de trabajo demasiado constante, necesitaba un domingo de descanso. Y recuperar las horas de sueño perdido era la tarea principal. Saber que no se tiene que hacer nada, sólo despertar, mirar el reloj, y volver a estirarse, abrazado al peluche de Goofy que me traje de Barcelona. Y volver a dormir, sin presión ninguna y sin preocuparse de si el Evo va a Oruro, Potosí, Cochabamba o Chuquisaca para inaugurar un colegio, saludar a militares, pasear con sus hijos o hablar del cambio y de la Constitución. Simplemente, dormir.
Pero La Paz es diferente. Ya hace días hablé de la locura de la ciudad, y hoy se confirmó de nuevo. A partir de las 21.00, hora local, empezó a granizar de forma violenta y fugaz. Tras un día soleado, de pleno verano, una capa de piedrecitas blancas inundó las calles de la ciudad, y un frío inesperado sobrevoló por todos los lugares, existentes y todavía por existir. Ventanas que reciben impactos inesperados, truenos a punto de tirar puertas al suelo, relámpagos que iluminan la noche, tranquila hasta el momento, de La Paz.
Mi sueño, con el ruido, desaparece. Pero me hace sonreír el hecho de que la época de lluvias en Bolivia empieza su curso, aunque sea más tarde de lo previsto y con una violencia y espesor que no había imaginado hasta el momento. Y sonrío porque yo estoy tumbado en mi cama, cubierto por un edredón azul, abrazado a mi peluche de Goofy, con el ordenador encendido y viendo como fuera, bajo un Sol que hasta hace unas horas era abrasador, la calle se vuelve blanca, y pasó el domingo como si nada.
La Paz.- Tras unos días de trabajo demasiado constante, necesitaba un domingo de descanso. Y recuperar las horas de sueño perdido era la tarea principal. Saber que no se tiene que hacer nada, sólo despertar, mirar el reloj, y volver a estirarse, abrazado al peluche de Goofy que me traje de Barcelona. Y volver a dormir, sin presión ninguna y sin preocuparse de si el Evo va a Oruro, Potosí, Cochabamba o Chuquisaca para inaugurar un colegio, saludar a militares, pasear con sus hijos o hablar del cambio y de la Constitución. Simplemente, dormir.
Pero La Paz es diferente. Ya hace días hablé de la locura de la ciudad, y hoy se confirmó de nuevo. A partir de las 21.00, hora local, empezó a granizar de forma violenta y fugaz. Tras un día soleado, de pleno verano, una capa de piedrecitas blancas inundó las calles de la ciudad, y un frío inesperado sobrevoló por todos los lugares, existentes y todavía por existir. Ventanas que reciben impactos inesperados, truenos a punto de tirar puertas al suelo, relámpagos que iluminan la noche, tranquila hasta el momento, de La Paz.
Mi sueño, con el ruido, desaparece. Pero me hace sonreír el hecho de que la época de lluvias en Bolivia empieza su curso, aunque sea más tarde de lo previsto y con una violencia y espesor que no había imaginado hasta el momento. Y sonrío porque yo estoy tumbado en mi cama, cubierto por un edredón azul, abrazado a mi peluche de Goofy, con el ordenador encendido y viendo como fuera, bajo un Sol que hasta hace unas horas era abrasador, la calle se vuelve blanca, y pasó el domingo como si nada.
Plou i fa sol - Sopa de Cabra
1 comentario:
Edredón, lluvia, Goofy... jo vull...
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