(Día 329)
Cochabamba.- Llega el momento culminante de mi viaje, al menos profesionalmente. Las calles se pintan de azul, blanco y negro; los colores del MAS, los colores del Evo.
Este fin de semana, mi tarea es perseguirle desde que se despierta hasta que se acuesta; haga lo que haga, allí estaré. Por eso Cochabamba. Por eso mañana tres horas de viaje en taxi. Por eso la emoción de formar parte de la familia Morales.
Aunque todavía a estas alturas me asalta la duda de por qué Bolivia es el único país del mundo en el que la izquierda es de color azul y la derecha va con una estrella roja como logo. Locuras bolivianas, tan típicas de todo este año.
Contigo somos más - Tupay
4.12.09
3.12.09
Millones
(Día 328)
El Alto.- Cierre de campaña en El Alto. Tengo que confesar que estoy nervioso.
Aunque tiene que empezar, el acto festivo, a las 16.00 hora local, subimos a las 15.00 por si hay mucha gente que quiere subir y encontramos una de las típicas trancaderas (atascos) de La Paz. Y, efectivamente, la hay. Tras diez minutos en el taxi, paramos el coche en medio de la autopista que lleva a El Alto, y sólo podemos seguir el camino a pie. Un kilómetro y medio, más o menos. Creo que es más.
Llegar hasta el frente del escenario es una odisea. Más de un millón y medio, dicen. Así que imagínese la odisea, y más cargando cámaras de fotos, trípodes, y demás enseres periodísticos. Suerte que hay un espacio reservado; la seguridad sindical, campesinos que llevan en el brazo una cartulina pintada con bolígrafo con las letras S.S., nos dejan pasar después de revisar exhaustivamente nuestras credenciales. Que, por cierto, en un alarde de originalidad, me bautizaron como Víctor Cámara. Sin comentarios.
Empieza la fiesta y una marea azul empieza a colonizar El Alto. Siendo sincero, El Alto nunca fue anti-Evo, pero me sorprede que haya tanta gente. Suenan todos los grupos musicales favorables al Evo. Y cuando digo todos, quiero decir TODOS.
Aprovecho para hablar con gente. Carlos, un chico venido de Viacha, lleva desde las siete de la mañana reservando sitio para sus compañeros de la agrupación juvenil del pueblo. A Juan, en cambio, no le veo la cara, ya que por encima se puso un armatoste que pretende imitar al Evo. Elvira, una cholita muy pero que muy simpática con una pegatina del Evo y de Álvaro en su bombín y una whipala a modo de mantilla, se coló dentro del espacio reservado para la prensa usando sus dotes femeninas: o la dejan pasar o arma quilombo. Y punto.
Amenaza lluvia. A nadie le importa. Sigue cantando la gente. Los mineros no se quitan los cascos, los seguidores se pelean por los souvenirs masistas, los periodistas extranjeros alucinan.
Se oye un ruido por el cielo, como de hélices en movimiento, la gente mira para arriba y por megafonía gritan que es el presidente. "Sacó la manito por la ventana, me saludó", me grita Elvira en la oreja. Y miro y nada, que no saluda. Es más, las ventanillas están selladas y son imposibles de abrir.
18.56 hora local, y aparece el Evo en el escenario. Pelos de punta. En mí, supongo que también en la gente. Pero no llegan todavía los discursos, primero sigue el recital musical. Todos bailan en el escenario, desde que el Evo enseña a Álvaro que el paso de la morenada es de una forma concreta, y no se puede hacer así como así.
(Momento himno: Bolivianos, el hado propiiiiiicio, coronó nuestros votos y anheeeeeeelos. Es ya liiibre, es ya libre, este sueeeeeelo; ya cesó su serviiiil condicióoooooon...)
Álvaro se encarama en el atril sin voz. Gritó demasiado durante la campaña. Es de los que más se cree lo que hace y dice. Sobre todo cuando habla de que no descansa nunca de trabajar por el país, pese a que tiene novia (cosa que el presidente no). Reacciona el público: que se case, que se case. Salida increíble del vice: lo someteremos a referendum. Risas.
Habla el Evo. Silencio absoluto. Desde que llegué, ha mejorado muchísimo en sus discursos. Ahora es un presidente y líder indiscutible.
Termina, y, tras los petardos, queda un olor a pólvora que, quizá, es el olor de la victoria.
Túpac Katari, líder indígena de la libertad, ya lo dijo antes de ser descuartizado: volveré y seré millones. Aquí están todos.
El Alto.- Cierre de campaña en El Alto. Tengo que confesar que estoy nervioso.
Aunque tiene que empezar, el acto festivo, a las 16.00 hora local, subimos a las 15.00 por si hay mucha gente que quiere subir y encontramos una de las típicas trancaderas (atascos) de La Paz. Y, efectivamente, la hay. Tras diez minutos en el taxi, paramos el coche en medio de la autopista que lleva a El Alto, y sólo podemos seguir el camino a pie. Un kilómetro y medio, más o menos. Creo que es más.
Llegar hasta el frente del escenario es una odisea. Más de un millón y medio, dicen. Así que imagínese la odisea, y más cargando cámaras de fotos, trípodes, y demás enseres periodísticos. Suerte que hay un espacio reservado; la seguridad sindical, campesinos que llevan en el brazo una cartulina pintada con bolígrafo con las letras S.S., nos dejan pasar después de revisar exhaustivamente nuestras credenciales. Que, por cierto, en un alarde de originalidad, me bautizaron como Víctor Cámara. Sin comentarios.
Empieza la fiesta y una marea azul empieza a colonizar El Alto. Siendo sincero, El Alto nunca fue anti-Evo, pero me sorprede que haya tanta gente. Suenan todos los grupos musicales favorables al Evo. Y cuando digo todos, quiero decir TODOS.
Aprovecho para hablar con gente. Carlos, un chico venido de Viacha, lleva desde las siete de la mañana reservando sitio para sus compañeros de la agrupación juvenil del pueblo. A Juan, en cambio, no le veo la cara, ya que por encima se puso un armatoste que pretende imitar al Evo. Elvira, una cholita muy pero que muy simpática con una pegatina del Evo y de Álvaro en su bombín y una whipala a modo de mantilla, se coló dentro del espacio reservado para la prensa usando sus dotes femeninas: o la dejan pasar o arma quilombo. Y punto.
Amenaza lluvia. A nadie le importa. Sigue cantando la gente. Los mineros no se quitan los cascos, los seguidores se pelean por los souvenirs masistas, los periodistas extranjeros alucinan.
Se oye un ruido por el cielo, como de hélices en movimiento, la gente mira para arriba y por megafonía gritan que es el presidente. "Sacó la manito por la ventana, me saludó", me grita Elvira en la oreja. Y miro y nada, que no saluda. Es más, las ventanillas están selladas y son imposibles de abrir.
18.56 hora local, y aparece el Evo en el escenario. Pelos de punta. En mí, supongo que también en la gente. Pero no llegan todavía los discursos, primero sigue el recital musical. Todos bailan en el escenario, desde que el Evo enseña a Álvaro que el paso de la morenada es de una forma concreta, y no se puede hacer así como así.
(Momento himno: Bolivianos, el hado propiiiiiicio, coronó nuestros votos y anheeeeeeelos. Es ya liiibre, es ya libre, este sueeeeeelo; ya cesó su serviiiil condicióoooooon...)
Álvaro se encarama en el atril sin voz. Gritó demasiado durante la campaña. Es de los que más se cree lo que hace y dice. Sobre todo cuando habla de que no descansa nunca de trabajar por el país, pese a que tiene novia (cosa que el presidente no). Reacciona el público: que se case, que se case. Salida increíble del vice: lo someteremos a referendum. Risas.
Habla el Evo. Silencio absoluto. Desde que llegué, ha mejorado muchísimo en sus discursos. Ahora es un presidente y líder indiscutible.
Termina, y, tras los petardos, queda un olor a pólvora que, quizá, es el olor de la victoria.
Túpac Katari, líder indígena de la libertad, ya lo dijo antes de ser descuartizado: volveré y seré millones. Aquí están todos.
Mi primer millón - Bacilos
1.12.09
Navidad
(Día 326)
La Paz.- El hall de mi edificio se llenó hoy de unas cajas extrañas, envueltas de papel azul con estrellitas. El portero está esperando que unos muchachos jóvenes carguen un árbol mientras con las manos hace peripecias para abrirme la puerta y aguantar una bolsa llena de bolas, serpentinas y luces.
Hasta la oficina tengo dos cuadras y media. En la primera esquina me encuentro con una pareja de cebras que me dan permiso para seguir el paso, mientras mueven sus pezuñas al unísono. Subo la cremallera de la chaqueta; el viento es un poco frío.
Tras una cuadra y media, el supermercado. Sus colores habituales, naranja y verde, están cubiertos por plantas de plástico y hombres disfrazados de color rojo y blanco, como si hubieran salido de un anuncio de Coacola.
Frente a la Corte Nacional Electoral, en medio de la plaza Abaroa, una niña va al colegio con una cesta de la que sobresale un panetone casero; al menos, eso dice el fabricante en su caja.
Todavía no termina la canción de mi iPod y ya estoy en el edificio de la oficina. Entro y, a la derecha, un árbol de plástico irradia luces azules, verdes, amarillas y rojas. La jefa de la empresa de la entrada cede a los brazos de los empleados su bebé recién nacido. La secretaria envuelve paquetes con papeles rojos y verdes.
Es uno de diciembre y llegó la navidad. Y eso que aquí no hay El Corte Inglés.
Un camell d'Orient - Manel
La Paz.- El hall de mi edificio se llenó hoy de unas cajas extrañas, envueltas de papel azul con estrellitas. El portero está esperando que unos muchachos jóvenes carguen un árbol mientras con las manos hace peripecias para abrirme la puerta y aguantar una bolsa llena de bolas, serpentinas y luces.
Hasta la oficina tengo dos cuadras y media. En la primera esquina me encuentro con una pareja de cebras que me dan permiso para seguir el paso, mientras mueven sus pezuñas al unísono. Subo la cremallera de la chaqueta; el viento es un poco frío.
Tras una cuadra y media, el supermercado. Sus colores habituales, naranja y verde, están cubiertos por plantas de plástico y hombres disfrazados de color rojo y blanco, como si hubieran salido de un anuncio de Coacola.
Frente a la Corte Nacional Electoral, en medio de la plaza Abaroa, una niña va al colegio con una cesta de la que sobresale un panetone casero; al menos, eso dice el fabricante en su caja.
Todavía no termina la canción de mi iPod y ya estoy en el edificio de la oficina. Entro y, a la derecha, un árbol de plástico irradia luces azules, verdes, amarillas y rojas. La jefa de la empresa de la entrada cede a los brazos de los empleados su bebé recién nacido. La secretaria envuelve paquetes con papeles rojos y verdes.
Es uno de diciembre y llegó la navidad. Y eso que aquí no hay El Corte Inglés.
Un camell d'Orient - Manel
29.11.09
Manolo
(Día 324)
La Paz.- Tras un día de descanso, más que merecido a mi parecer, esta noche nos sorprende la inauguración de un nuevo restaurante español. Rincón andaluz (léase rinjcón andalù), se llama. Pero podría llamarse Bar Manolo tranquilamente.
Manuel es el propietario: un hombre de más de 50, canoso, con la gracia andaluza. Nos cautiva con sus chistes hasta que nos duele la tripa de tanto reir; nos conquista con su menú. Por la mañana, churros, café con leche y tostadas con tomate y jamón. De almuerzo, lentejas, cocido, pescado al pil pil... Por la noche, caña más tapa. Increíble. Iremos más, segurísimo.
La Paz.- Tras un día de descanso, más que merecido a mi parecer, esta noche nos sorprende la inauguración de un nuevo restaurante español. Rincón andaluz (léase rinjcón andalù), se llama. Pero podría llamarse Bar Manolo tranquilamente.
Manuel es el propietario: un hombre de más de 50, canoso, con la gracia andaluza. Nos cautiva con sus chistes hasta que nos duele la tripa de tanto reir; nos conquista con su menú. Por la mañana, churros, café con leche y tostadas con tomate y jamón. De almuerzo, lentejas, cocido, pescado al pil pil... Por la noche, caña más tapa. Increíble. Iremos más, segurísimo.
Andaluces de Jaén - Paco Ibáñez
27.11.09
339
(Día 322)
Sucre.- Lo decidí esta noche. Para los (pocos) seguidores de este blog, y que realmente les interese (algo) de lo que hago, el número a seguir a partir de ahora es el 339. Y ya he dado demasiadas pistas.
Nos volveremos a ver - Andrés Calamaro
Sucre.- Lo decidí esta noche. Para los (pocos) seguidores de este blog, y que realmente les interese (algo) de lo que hago, el número a seguir a partir de ahora es el 339. Y ya he dado demasiadas pistas.
Nos volveremos a ver - Andrés Calamaro
26.11.09
Pebetero
(Día 321)
Sucre.- Por fin se apagó la llama bolivariana. Doce días sin parar, demasiado cansado. Para unos Juegos que, siendo sinceros, no interesan a nadie.
Pero llegó el momento de la clausura, que seguimos evidentemente por televisión. Y es entonces cuando uno se da cuenta de lo triste que puede ser el fin de un evento, en un principio tan importante.
Tras dos horas y media del folclore típico de todos estos momentos, llega el momento surrealista: la resurrección de Michael Jackson. ¿Qué narices hace un MJ en el estadio Patria de Sucre? Y cantando en playback canciones que no conoce nadie. Pero no acaba aquí el bochorno: aparece otro en el centro de la cancha, y baila un Beat it un poco esperpéntico. Pero no acaba aquí el bochorno: se ve que hay otro MJ esperando en los banquillos, pero no puede salir a hacer su Thriller porque los ataúdes de cartulina se rompieron.
Así que acaban los Juegos sin pena ni gloria. Suerte que, por lo menos, no se equivocaron en el momento que estaba esperando: el apagado del pebetero.
Sucre.- Por fin se apagó la llama bolivariana. Doce días sin parar, demasiado cansado. Para unos Juegos que, siendo sinceros, no interesan a nadie.
Pero llegó el momento de la clausura, que seguimos evidentemente por televisión. Y es entonces cuando uno se da cuenta de lo triste que puede ser el fin de un evento, en un principio tan importante.
Tras dos horas y media del folclore típico de todos estos momentos, llega el momento surrealista: la resurrección de Michael Jackson. ¿Qué narices hace un MJ en el estadio Patria de Sucre? Y cantando en playback canciones que no conoce nadie. Pero no acaba aquí el bochorno: aparece otro en el centro de la cancha, y baila un Beat it un poco esperpéntico. Pero no acaba aquí el bochorno: se ve que hay otro MJ esperando en los banquillos, pero no puede salir a hacer su Thriller porque los ataúdes de cartulina se rompieron.
Así que acaban los Juegos sin pena ni gloria. Suerte que, por lo menos, no se equivocaron en el momento que estaba esperando: el apagado del pebetero.
Adéuu - ü_ma
25.11.09
Calzón
(Día 320)
Sucre.- Suerte que esto ya termina mañana. Estoy demasiado cansado de estar 16 horas al día siguiendo deportistas. Sé que nadie me creería, yo que soy capaz de ver un partido de fútbol americano por ESPN a las tantas de la madrugada y me quedo embobado con un partido de bádminton chino, pero no puedo más.
Hoy acabó el fútbol. El último partido era un Bolivia-Ecuador, en el que los anfitriones necesitaban ganar por dos goles de diferencia para hacerse con el oro. Así que hace tres horas ya tenía la crónica hecha con la derrota boliviana, el oro para Ecuador.
Pero malditos bolivianos, marcan en el 75 y en el 80. Y vuelta a empezar, por culpa de 11 tipos en calzón corto que decidieron, en los últimos veinte minutos, empezar a jugar al fútbol. Qué rabia.
Sucre.- Suerte que esto ya termina mañana. Estoy demasiado cansado de estar 16 horas al día siguiendo deportistas. Sé que nadie me creería, yo que soy capaz de ver un partido de fútbol americano por ESPN a las tantas de la madrugada y me quedo embobado con un partido de bádminton chino, pero no puedo más.
Hoy acabó el fútbol. El último partido era un Bolivia-Ecuador, en el que los anfitriones necesitaban ganar por dos goles de diferencia para hacerse con el oro. Así que hace tres horas ya tenía la crónica hecha con la derrota boliviana, el oro para Ecuador.
Pero malditos bolivianos, marcan en el 75 y en el 80. Y vuelta a empezar, por culpa de 11 tipos en calzón corto que decidieron, en los últimos veinte minutos, empezar a jugar al fútbol. Qué rabia.
Don't panic - Coldplay
Suscribirse a:
Entradas (Atom)