1.12.09

Navidad

(Día 326)
La Paz.- El hall de mi edificio se llenó hoy de unas cajas extrañas, envueltas de papel azul con estrellitas. El portero está esperando que unos muchachos jóvenes carguen un árbol mientras con las manos hace peripecias para abrirme la puerta y aguantar una bolsa llena de bolas, serpentinas y luces.
Hasta la oficina tengo dos cuadras y media. En la primera esquina me encuentro con una pareja de cebras que me dan permiso para seguir el paso, mientras mueven sus pezuñas al unísono. Subo la cremallera de la chaqueta; el viento es un poco frío.
Tras una cuadra y media, el supermercado. Sus colores habituales, naranja y verde, están cubiertos por plantas de plástico y hombres disfrazados de color rojo y blanco, como si hubieran salido de un anuncio de Coacola.
Frente a la Corte Nacional Electoral, en medio de la plaza Abaroa, una niña va al colegio con una cesta de la que sobresale un panetone casero; al menos, eso dice el fabricante en su caja.
Todavía no termina la canción de mi iPod y ya estoy en el edificio de la oficina. Entro y, a la derecha, un árbol de plástico irradia luces azules, verdes, amarillas y rojas. La jefa de la empresa de la entrada cede a los brazos de los empleados su bebé recién nacido. La secretaria envuelve paquetes con papeles rojos y verdes.
Es uno de diciembre y llegó la navidad. Y eso que aquí no hay El Corte Inglés.


Un camell d'Orient - Manel

No hay comentarios.: